Editorial

Realidad preocupante

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E l informe sobre la evolución del aborto en España cuantifica en 115.812 las mujeres que interrumpieron voluntariamente sus embarazos en 2008, 3.675 más que el año anterior. La estadística sigue siendo lo suficientemente elevada como para poner en cuarentena las declaraciones de alivio del Gobierno, que cree que las cifras tienden a estabilizarse porque los abortos se han incrementado por debajo de los porcentajes, en algunos casos del 10%, registrados en el pasado más inmediato. La realidad a la que alude el estudio y el dolor y sufrimiento íntimo que comporta impiden cualquier valoración satisfactoria. Antes al contrario, deja constancia de que las medidas de prevención de los embarazos no deseados, las políticas de educación sexual y reproductiva y las iniciativas de arropamiento social no están ofreciendo un resultado lo suficientemente eficaz como para reducir el número de abortos, con lo que ello significa; en especial, cuando casi el 11% de las intervenciones afecta a menores de 18 años, tres de cada diez mujeres ya habían abortado con anterioridad en una o varias ocasiones y el 43% de quienes toman esta resolución son ciudadanas de origen extranjero. La constatación de que la mayoría de las interrupciones se realiza antes de las doce semanas de gestación se ajusta a las previsiones de la nueva ley que combina plazos y condiciones para abortar. Pero convendría que el Gobierno incidiera con más ahínco en aquellos apartados de la reforma que aspiran a perfeccionar las actuaciones preventivas, lo que implica no sólo adecuar la respuesta institucional a una problemática de la que se cuenta ya con datos muy concretos. También articular un discurso que empuje a las adolescentes a hacerse concientes de la responsabilidad que contraen hacia su cuerpo y su sexualidad.