TRAS EL 'SÍ' IRLANDÉS

El futuro de Europa, en manos de la decisión de 18 políticos checos

BRUSELAS Actualizado: Guardar
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Hoy debería ser un día grande para Europa. Los irlandeses han ratificado -por fin- el Tratado de Lisboa y los nuevos fundamentos jurídicos de la Unión Europea, muy trabajosamente puestos a punto para darle a esta extraña construcción política las herramientas de que precisa para defenderse en la era de la globalización, tendrían que estar listos para el uso. No es así. Vaklav Klaus, el presidente checo, uno de esos personajes atípicos con el que las democracias, sobre todo las jóvenes, topan en su trayectoria, ha movilizado a un pequeño grupo de 17 senadores adeptos para que interpongan un recurso -el segundo de su género- ante el Tribunal Constitucional checo, con la esperanza de que el tiempo requerido para sustanciarlo facilitará el tránsito político en Reino Unido, donde el candidato tory, David Cameron, se ha comprometido a celebrar un referéndum sobre el nuevo Tratado.

Londres ha dado por concluido el trámite de ratificación de Lisboa pero Cameron se basa en una disposición británica según la cual la adscripción britanica a un tratado internacional es revisable, en tanto en cuanto todas las partes concurrentes no lo hayan ratificado.

De otro lado, Lech Kazcynski, el también contumaz euroescéptico presidente polaco, ha negado su firma al documento, preceptiva para el depósito de los instrumentos de ratificación, hasta que se conociera el resultado del referéndum irlandés. En teoría, y por lo tanto, el polaco tendría que firmar ahora, luego este obstáculo debería desaparecer inmediatamente.

Respuesta

Lo del checo es algo más complicado. La Corte Constitucional del país está obligada a dar una respuesta a los interpelantes. Ya lo hizo una vez, y a favor del Tratado de Lisboa, cuando un grupo similar de senadores, también instigados por Klaus, interpuso recurso de inconstitucionalidad contra una serie de artículos del nuevo Tratado que a los requirientes les parecían problemáticos. Ahora es el conjunto del texto el recurrido.

El castillo levantado por Klaus contra el Tratado de Lisboa tiene, sin embargo, los cimientos de barro. El presidente checo puede creerse cabalgando el arco iris, por encima de la tormenta y las fatigas cotidianas, pero su país no lo está y ha atraído sobre él todas las iras de sus socios europeos.