EL COMENTARIO

Dinero

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Siempre que sale a relucir el tema del dinero, recuerdo algo que decía Bernard Shaw: «Bah, el dinero no es nada, pero mucho dinero, bueno, eso ya es otra cuestión». Por supuesto que lo es. Como esos tres millones de euros anuales de Goirigolzarri. Me imagino que al señor Goirigolzarri (lo de 'señor' se lo ha ganado con creces, ya que, como señala un proverbio chino, un pájaro con dinero es un señor pájaro) no le habrá hecho ninguna gracia que las apabullantes condiciones de su jubilación anticipada hayan salido a la luz y estén en boca de todo el mundo. Me da la impresión de que a los banqueros les gusta ser cautelosos y discretos en lo que se refiere a sus asuntos personales.

Aunque admito que entiendo muy poco de banqueros. Y que estoy muy lejos de adivinar en qué consiste el misterio de su verdadera naturaleza: esa delicada e inquietante combinación de gran depredador con aspecto humano y modales divinos. Pero, sin duda, el señor Goirigolzarri tiene que estar molesto por todo lo que ha tenido que oír estos días a cuenta de su ¿pensión? Precisamente, además, de parte de todos esos políticos mediáticos que de repente se rasgan las vestiduras invocando a la ética. «Escandaloso», según Llamazares. «Obsceno», según Rosa Díez. «Pornográfico», según Miguel Ángel Revilla. «Muy duro», según Gabilondo. Hasta Montoro, responsable económico del PP, ha llegado al extremo de calificar lo ocurrido de «llamativo».

Y precisamente, por desgracia, ahora que batimos récords de paro y que, como todo el mundo sabe, el Gobierno anuncia una subida de impuestos cuyo peso recaerá especialmente sobre las rentas medias. Sobre la clase trabajadora, si es que todavía hay clases, que las hay. Estamos en la era del dinero. Ni siquiera la recesión económica ha podido cambiar eso, ya que, para bien o para mal, parece que no podemos creer en otra cosa. Y los que manejan el dinero, los dueños del universo, esa casta de astutos e insaciables sumosacerdotes plenipotenciarios que tienen la capacidad de seducir y convencer a consejos y juntas de accionistas, son algo así como los representantes de Dios en este mundo. Y por supuesto son ellos quienes establecen la cuantía de las gratificaciones que corresponden a sus merecimientos. Gratificaciones o lo que sean. Yo estoy convencido de que nunca nos enteramos de todo. Y aunque nos enteremos, no importa demasiado. Pero bueno.