José Ángel Gallo Vallejo./ R. L. PÉREZ
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Jóvenes y menopáusicas

El cese permanente de la menstruación antes de los 40 años afecta a una de cada cien mujeres, casi siempre por causas desconocidas

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Sofocos, irritabilidad, insomnio, falta de deseo sexual y ausencia de menstruación son los síntomas más llamativos de la menopausia. Las españolas llegan al climaterio en torno a los 50 años de edad. Sin embargo, una de cada cien mujeres sufre menopausia precoz, que se define como el cese permanente de la menstruación durante al menos 4 meses antes de los 40 años. Aparte de los síntomas citados, las mujeres que llegan a esta nueva etapa de forma prematura se enfrentan a graves problemas de salud: si no son tratadas, corren un alto riesgo de sufrir osteoporosis y enfermedades cardiovasculares.

El doctor José Ángel Gallo, miembro del servicio de Ginecología del Hospital Materno-Infantil de Granada, explica que, en un alto porcentaje de los casos, la menopausia precoz es de origen desconocido. Entre las causas conocidas las hay de carácter genético -es habitual que les ocurra a madres e hijas-, anomalías cromosómicas -como el síndrome de Turner-, infecciones -entre ellas la malaria y la varicela-, enfermedades autoinmunes -como la artritis reumatoide y el hipotiroidismo- y la exposición a tóxicos, desde el tabaco -se calcula que fumar adelanta dos o tres años la menopausia- hasta los pesticidas -de ahí que haya más casos de este trastorno en zonas de agricultura intensiva bajo plástico, como la costa de Granada o la provincia de Almería.

Por otro lado, señala el experto, hay dos tipos de menopausia precoz no natural sino inducida: la que afecta a pacientes jóvenes a las que se trata un cáncer mediante radioterapia o quimioterapia, y la que sufren las mujeres por extirpación quirúrgica de los ovarios, que puede ser necesaria para tratar un tumor en el aparato reproductor, una endometriosis severa o una enfermedad pélvica inflamatoria.

Un análisis de sangre permite detectar que el organismo ha empezado a producir menos estrógenos, las hormonas responsables de la menstruación, y más gonadatropinas. También es útil observar la presencia de los síntomas clásicos de menopausia: sofocos, palpitaciones, sudoración nocturna, sequedad en la piel, sequedad vaginal, dolor en las relaciones sexuales, disminución de la libido, problemas urinarios, insomnio, dificultad para concentrarse, irritabilidad, cambios de humor...

Aunque no se puede prevenir, en ocasiones hay signos que 'anuncian' la menopausia -precoz o no-, como alteraciones en la frecuencia, cantidad y duración de la regla. Otras veces, la menstruación cesa bruscamente.

El doctor Gallo resalta que la ausencia de menstruación no significa necesariamente infertilidad; entre un 5% y un 10% de las mujeres con un fallo ovárico prematuro pueden quedarse embarazadas. «Por eso el tratamiento varía dependiendo de si hay deseo de fertilidad o no», explica el ginecólogo.

Si la paciente quiere tener hijos y ha dejado definitivamente de menstruar, puede beneficiarse de las técnicas de reproducción asistida. Para ello, es necesario provocarle ciclos menstruales artificiales con hormonas e implantarle un embrión producido con un ovocito donado y semen de su pareja (si la tiene y es fértil) o también donado (en caso contrario).

Las pacientes oncológicas son un caso especial. Hoy en día se apuesta por extraer y congelar tejido ovárico sano, para reimplantarlo una vez que la paciente se cure de su cáncer y pueda tener hijos.

Terapia hormonal

Pero todas las mujeres, insiste este especialista, deben ser tratadas. Y el tratamiento más importante es la terapia hormonal sustitutiva (THS), que aporta a las mujeres las hormonas que su organismo ha dejado de producir. El ginecólogo reconoce que hay miedo a la THS por parte de algunos médicos y pacientes. En gran parte, debido a la «alarma» causada en 2002 por el estudio norteamericano WHI, que aseguró que esta terapia aumentaba el riesgo de cáncer de mama, hemorragia cerebral y enfermedad cardiovascular. Eso redujo mucho su consumo en Europa, a pesar de que los fármacos de THS usados en el viejo continente no son los mismos que en EE UU ni se administran al mismo tipo de mujeres. El estudio, agrega, medía los efectos secundarios en mujeres de más edad, muchas de ellas obesas, diabéticas e hipertensas. Ahora, sus autores han rectificado y aseguran que la terapia hormonal es «bastante segura» en pacientes con menos de 60 años. En los últimos años, la duración de la THS en mujeres menopáusicas a la edad habitual se ha reducido a 4 ó 5 años. En cambio, las jóvenes con menopausia precoz deben recibir THS al menos hasta la edad normal del climaterio. Al llegar a esa edad, la dosis se va reduciendo progresivamente. La paciente debe someterse a controles anuales: analítica general completa, mamografía, control de tensión arterial, control de peso y ecografía para vigilar el endometrio.

José Ángel Gallo recuerda que esta aportación de hormonas no sólo elimina «la sintomatología climatérica», sino que, a largo plazo, previene la osteoporosis y la enfermedad cardiovascular. Porque hay que recordar que estas dolencias típicas de las mujeres maduras se ceban con las jóvenes menopáusicas si no reciben el tratamiento adecuado: en ellas, la ausencia de estrógenos tiene muchos más años para causar estragos en el esqueleto, el corazón y los vasos sanguíneos. «Algunos estudios sostienen que una mujer con menopausia precoz a los 34 ó 35 años tiene 50 veces más posibilidades de sufrir una enfermedad cardiaca que una mujer a la que se le ha retirado la regla con 53 años», asegura Gallo.