la espinita clavá

Hay un país en el mundo

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Fue un tipo íntegro y tal vez por eso sólo gobernó siete meses. El fundador del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), el mismo que hoy dirige el presidente de la República Dominicana, Leonel Fernández, fue gran orador, pero sobre todo magnífico escrito (ver su colección de cuentos en la serie de Alfagura). En Juan Bosch estaba pensando el viernes, viendo al presidente dominicano, en la ceremonia en la que recibió las llaves de la ciudad de Cádiz.

Pensé en lo que habría pensado Juan Bosch al ver en lo que se ha convertido hoy su país. Un lugar en el que un narcotraficante muere en una cárcel, acribillado a balazos por una policía después de coger el cuchillo de la cocina de su celda (sic) y perseguir (al policía) porque le estaba molestando mientras tenía un bis a bis con dos mujeres, una de ellas menor de edad.

Decía Pedro Mir en su famoso (e hiriente) poema: Hay un país en el mundo/ colocado en el mismo trayecto del sol,/ Oriundo de la noche./Colocado en un inverosímil archipiélago/de azúcar y de alcohol. Esa es la imagen que tenemos todos de República Dominicana. Un lugar alegre, lleno de mulatas que sudan, bailan y ríen sin que parezca que la noche se acaba. Y sin embargo, de nuevo el poeta nos despierta: Hay un país en el mundo/ donde un campesino breve/ seco y agrio/ muere y muerde/ descalzo/ su polvo derruido,/ y la tierra no alcanza para bronca muerte./ ¡Oídlo bien! No alcanza para quedar dormido./En un país pequeño y agredido. Sencillamente triste,/ triste y torvo,/ triste y acre. Ya lo dije/ sencillamente triste y oprimido.

En todo eso pensaba mientras veía a Leonel Fernández y sus guardaespaldas. Y su larguísimo séquito.