vuelta de hoja

La decisión

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Hay que pensar mucho y, sobre todo, entre dos, porque lo que se decida afecta a un tercero. Hoy se aprueba la primera ley del aborto que consagra en España el derecho a la maternidad «libremente decidida». De aquí en adelante, la mujer que desee interrumpir su embarazo en las primeras 14 semanas no tendrá que justificar, ni temer nada. Hay que tener en cuenta que abortar no es obligatorio. Contrasta con las tiernas recomendaciones del ministro de Trabajo, que ha dicho que necesitamos más niños para pagar las pensiones del futuro.

En su opinión, hay que impulsar la natalidad para «la sostenibilidad futura del sistema». Ha sido siempre una recomendación que los gobiernos han hecho después de las guerras, para reponer a los muertos. Traer criaturas al mundo es algo de gran responsabilidad, porque el mundo se las trae y vivir es arduo para cualquiera, aunque la vida sea una experiencia única. ¿Por qué ha perdido afición el español, aunque sea independentista, a alterar la demografía? Está claro que sigue siendo partidario de los trámites precisos, a los que desde siempre se les ha venido poniendo el reparo de su brevedad. La queja más común es que el orgasmo, por lo menos debiera durar lo mismo que el himno nacional.

Don Jorge Guillén expresó este anhelo de modo más poético y delicado: «durase la inminencia». ¿Será porque ahora hay mucha gente que abuchea y patea cuando suena el himno nacional? Muchos compatriotas aseguran que no tienen nada que ver con su patria, pero lo que está claro es que hace falta más gente si queremos que los jubilados, o sea, los que llevan aquí más tiempo, sigan cobrando unas monedas. Los procedimientos para invitar a un desconocido a casa siguen siendo placenteros y la afición no decae.

Lo que decae es la hospitalidad.