La última visita del primer ministro italiano a la zona fue el domingo./ Archivo
terremoto en los abruzos

De la fe del Papa al camping de Berlusconi

Apenas un mes después del terremoto contrastan los discursos de Benedicto XVI y el primer ministro, consejos diferentes para una población sin consuelo

MADRID Actualizado: Guardar
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Aún no se ha cumplido un mes desde la madrugada del 6 de abril. Aquella noche, el centro de Italia, la comarca de Los Abruzos, tembló con fuerza. El balance del terremoto rozó las 300 víctimas mortales pero además miles de personas se quedaron sin casa, perdiendo los recuerdos y víveres acopiados durante toda su vida. Por la zona han desfilado todo tipo de autoridades. Fotografías y palabras de consuelo para unas personas que aún no encuentran consuelo.

El último en visitar la zona ha sido el Papa. Benedicto XVI ha seguido con "aprehensión" la evolución de los acontecimientos y ha trasladado a los damnificados su apoyo: "La Iglesia está toda aquí, conmigo a la cabeza, a vuestro lado, partícipe de vuestro dolor y deseosa de ayudaros a reconstruir". Este compromiso no se ha materializado nada más que con una oración por las víctimas.

Poco más han recibido en este mes. Tres visitas de Berlusconi a la zona que pasarán al libro de citas del primer ministro italiano. En su primera comparecencia, el mismo día del temblor, Berlusconi mostraba su apoyo a los habitantes de Los Abruzos: "No se ha dejado a nadie solo". Mientras, las máquinas seguían trabajando entre los escombros en busca de supervivientes. A los dos días, el primer ministro anunciaba una ayuda de 400 euros mensuales a quienes habían perdido sus casas.

El mismo día, cuando las réplicas del temblor se sucedían en L'Aquila, Berlusconi lanzaba un consejo a los afectados: "Hay que tomárselo como un fin de semana de camping". Un fin de semana que se ha convertido en un mes y los supervivientes siguen alojados en tiendas de campaña. La última 'perla' de Berlusconi fue el domingo, en su última visita a Los Abruzos, cuando animó a los realojados en apartamentos y hoteles a comprar sus muebles en Ikea, dado que "con poco dinero se puede amueblar una casa".

Sorprendentes palabras, fruto de la improvisación, como quedaba demostrado con el cierre de su discurso: "Ahora que hablo con vosotros he tenido la idea de que podríamos establecer una disposición para reembolsar los gastos de quienes compren muebles". Un contraste considerable y seguramente incomprensible para todos aquellos italianos que duermen en el suelo desde hace tres semanas.