A PASO CORTO

Comparto piso a los 91 añitos

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Igual que los niños, como colectivo, no me despiertan una simpatía especial y sólo soporto a los de mi familia o a los de algún amigo, los viejos son mi debilidad. Las personas que sobrepasan los ochenta años y encierran en sus cuerpecitos tanta sabiduría, esas que se vuelven tiernas y lloricas con la edad, me producen la ternura que no me aflora cuando veo a un mocoso caprichoso de dos años. En realidad, esta columna la inspira en exclusiva Cristobalina Rendón, la primera residente que entró el martes en la Casa Viudas, recientemente rehabilitada. Su foto, que salió perjudicada en el blanco y negro del periódico, transmite mucho más que cien imágenes de estudio de pueblo. La cara de Cristobalina lo dice todo cuando mira a la asistente que la lleva del brazo a su habitación recién terminada. Ella, muy coqueta, asegura que le gusta que la llamen Cristo y dice que a sus 91 años se adapta a todo, que es buena compañera y que la única enfermedad que tiene es la vejez. No me digan que no es, no para ponerle una habitación en una residencia, sino para montarle un piso tutelado. De uno de estos alojamientos recuerdo a otra mujer. Nos recibió hace un par de años en su habitación, en el centro de Cádiz, donde la tenían totalmente atendida. El piso tutelado es algo así como un hotel pero con asistencia médica y, como decía aquella mujer, le permitía mantener la independencia de entrar y salir cuando quisieran. Mientas nos contaba esto, al fotógrafo y a mí, abría su portátil y escondía el paquete de tabaco. Qué envidia de vejez. Así que pasen cincuenta años. Aunque no todos tendremos la misma suerte, porque aquel alojamiento costaba un buen pellizco al mes, a pesar de tener apoyos públicos, y las señoras que conocimos tenían todos los problemas de la vejez, pero ninguno económico. Pero qué esperará a esas miles de viudas gaditanas que actualmente cobran menos de 400 euros al mes. Y más miedo me da -esto es egoísmo puro- cuando nos llegue el turno a las del baby boom. Por si tenemos la suerte de llegar, pongamos una gran hucha porque me temo que el sistema público no dará para pisos tutelados a mansalva. Yo me pido uno desde ya... y que me toque una Cristo para compartir.