CELEBRACIÓN. López disfrutó a pie de pista de su logro. / AP PHOTO
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Feliciano López logra mantener viva la final de la Copa Davis

El tenista hizo el mejor partido de su vida y remontó ante Del Potro después de que Nalbandián arrollase a Ferrer

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La Copa Davis suele rezumar emociones. Esta final, en su arranque, ha supuesto un sufrimiento para aficionados y jugadores.

Al término de la jornada de apertura, Argentina y España igualan a una victoria en el estadio Islas Malvinas. Feliciano López, que hizo el mejor partido de su vida, tuvo que desplegar todas sus energías para derrotar a Juan Martín del Potro por 4-6, 7-6 (2), 7-6 (4) y 6-3 en tres horas y dieciocho minutos. El sudamericano llegó a sufrir tirones en el muslo derecho en el sexto juego del cuarto set. El partido fue un pugilato entre dos sacadores. Del Potro logró 24 puntos de saque directo y Feliciano López anotó 18.

Tuvo mucho mérito la reacción del madrileño tras ceder el primer set. Lejos de hundirse enmendó inmediatamente la plana para realizar un «tenis perfecto», según dijo Emilio Sánchez Vicario, el capitán que confió en él.

Feliciano, uno de esos jugadores capaces de lo mejor y de lo peor, acusado por sus detractores de irregularidad y de fragilidad mental, se creció, ofreció lo mejor de sí mismo y acabó silenciando a la ruidosa hinchada local. Estuvo soberbio en el saque y la volea, no se hundió pese a perder el primer set y supo imponerse en los momentos decisivos. Sólo cedió en la cuarta manga, cuando acabada de romper el saque de su oponente y a continuación perdió el suyo para el 3-2. A partir de ahí, con Delpo mermado, roto por el esfuerzo, fue coser y cantar para el toledano.

Del Potro, tocado

Fue en los dos desempates donde Feliciano basó su victoria. El primero lo dominó con gran autoridad, y en el segundo superó una desventaja de 2-4 para alzarse con 7-5.

Volvía al partido el de Tandil cuando sufrió un problema en el aductor derecho al comienzo del sexto juego del cuarto parcial, un aviso serio en un momento crítico. Dudó si retirarse o no, pero decidió continuar tras ser tratado durante tres minutos en la misma pista. Pero ni la pomada ni los masajes dieron resultado. Feliciano no se distrajo y siguió a lo suyo como un martillo pilón. Era su oportunidad, su gran día.

Emilio Sánchez fue de los pocos que confiaba en él como número dos del equipo español y no defraudó a su jefe. Ni los 24 saques directos de su oponente, uno de ellos a casi 230 kilómetros por hora, pudieron con el toledano. Su saque de cañonero, sus pasos al frente y sus voleas precisas funcionaron como nunca. También un revés cortado que abrió unos ángulos extraordinarios y acabó destrozando las piernas del joven Del Potro.

Un número uno sin fe

Antes, el alicantino David Ferrer, número uno del equipo español y doce del mundo, fue literalmente vapuleado por Nalbandián, el dos de Argentina y undécimo del planeta. En dos horas justas, el de Córdoba se impuso al de Javea por 6-3, 6-2 y 6-3. El desenlace fue la consecuencia de una importante diferencia en cuanto al juego creativo y eficaz se refiere. Nalbandián, que debutó en el 2002 en la Copa Davis , es de esos profesionales que atesoran las mejores virtudes. Utiliza un revés de tal calibre que suele facilitarle el camino del triunfo.

Frente a David Ferrer, el sudamericano rayó a la máxima altura para demostrar que por algo llegó al cierre de la temporada en perfecta condición física, pese a que algunos le tildaban de haber descuidado la alimentación, lo que le hizo cobrar algunos kilos de más. Pero incluso con peso cercano a los 81 kilos se empleó como si tuviera alas en los pies para alcanzar bolas de difícil consecución.