CRÍTICA DE TV

'B' mayúscula

Uno juega con el azar y termina marcando su destino. Quizá fue premeditado, porque el apellido de nuestro sujeto empieza por B. Y trasmitió su código personal a aquella película de aires americanos, con actores extranjeros y que le empezaba a colocar como nuestro director de mirada internacional. Esa película era Hay que matar a B. Pasaron los años, y mucha películas, guiones, producciones, libros, clases, incluso gestión cultural que se diría ahora. Hasta llegar a un sillón en la Real Academia Española, apostado en la mesa de juntas que diseñó el ebanista y académico Hartzenbusch, que también lo remata en su filigrana de madera, una B mayúscula.

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Podría ser una sinopsis de B, de José Luis Borau y su fecunda vida. Tozudo estudioso del séptimo arte, se metió en la Escuela de cine, rodó documentales para televisión, y luego publicidad y película y series desde la productora El Imán. El hombre que se fue a rodar a Hollywood Río abajo, con David Carradine y Victoria Abril. El que nos puso delante la cruda mirada de Furtivos. Y remató su carrera hasta la fecha con una muy joven Leo.

En ese largo camino de la vida y las películas, José Luís Borau ha ido almacenado palabras que el cine ha ido imponiendo en el habla de las gentes, y de las transformaciones que el lenguaje técnico de la cinematografía ha ido adecuando desde el francés y el inglés, para tener un vocabulario propio. No se podía buscar un académico mejor para ocupar el sillón que él se ocupo de que tuviese como anterior inquilino a Fernan Gomez. Borau además se estudia ahora en la universidad. Curso en Sevilla con el Festival de Cine Europeo. Lecciones de Heredero, Palacios, Conguet, Utrera El maestro masterizado. El cine entra en la Academia y en la Universidad, como el gran arte influyente del siglo XX y el XXI, gracias a un hombre que es todo cine.