AGITADOR. Leo Bassi, en Barcelona. / EFE
LEO BASSI CÓMICO

«En España hay pocos cristianos y mucha gente que sigue la tradición por inercia»

El sábado representa en Granada 'La revelación', que ataca con humor los pilares de las religiones monoteístas

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Leo Bassi (Nueva York, 1952) representa este sábado en Granada su obra más polémica, 'La revelación', que en nuestro país, donde vive actualmente, le ha supuesto un atentado con bomba y muchas amenazas de muerte. Miembro de una familia de origen italiano dedicada al circo durante 150 años, viene invitado por la asociación Granada Laica para celebrar el Día Internacional del Laicismo y la Libertad de Conciencia.

-¿Qué es 'La revelación'?

-Es mi obra más importante y más intimista. Habla de las razones por las que no creo en Dios. Es algo que toca mi esencia, porque la inexistencia de Dios ha sido durante siglos un desafío al que los bufones se han enfrentado. Hacer un espectáculo divertido, impertinente, pero con mucha precisión teológica, es algo que me llena de orgullo, porque no creo que ningún otro artista se haya atrevido a hacer algo similar.

-¿Critica alguna religión en concreto?

-La obra es contra el monoteísmo en general. En unos países pone el acento en el fundamentalismo evangélico americano y en otros, en el islam; en España e Italia está centrada en el catolicismo. Trato de decir de la manera más clara posible y con humor las razones por las que no se puede creer en las religiones monoteístas.

-Viene usted invitado por una organización laicista y con motivo del Día de la Libertad de Conciencia. ¿Por qué sigue siendo necesario reivindicar el laicismo?

-La historia de España está basada en la relación entre el Estado y la Iglesia, más que en ningún otro lugar de Europa. La caída del comunismo ha creado un vacío a nivel de nuestras utopías laicas y falta una autoridad moral y filosófica lo suficientemente fuerte para ayudar a las personas a liberarse de sus tradiciones religiosas. Porque yo veo que en España y en Italia hay una tradición, más que una verdadera creencia. La gente, por inercia, sigue cumpliendo con los ritos cristianos. ¿Pero quién de los cristianos de hoy ha leído la Biblia? ¿Quién sabe cuáles son las bases teológicas sobre las que se apoya la estructura de su religión? Muy poca gente es de verdad creyente. La mayoría son tradicionalistas, conservadores, y lo hacen porque sus padres lo han hecho. Y creo que es esencial para una civilización fuerte que haya personas capaces de poner las cosas en duda. Hay soluciones mejores y más profundas con que argumentar una razón para existir.

-Ha hablado de las similitudes entre España e Italia. ¿Hay diferencias?

-Sí. La idea de la nacionalidad española está basada en el catolicismo. Para mucha gente de derechas ser español significa ser católico y ser católico significa ser español. En cambio, en Italia el catolicismo es más grande que el Estado italiano; hay menos nacionalismo. En España he encontrado reacciones que no podía esperar, personas cabreadas conmigo porque yo tocaba la patria española... Hay gente que no puede ni imaginar que un español pueda ser ateo, como si fuera una contradicción inaceptable.

-Pero en España tampoco los gobiernos de izquierdas se han atrevido a eliminar los privilegios de la Iglesia católica...

-Un Gobierno de izquierdas laico se iba a encontrar con la resistencia instintiva de mucha gente. Creo que la única manera de hacerlo es con delicadeza y lentamente. Pero yo no soy político: puedo ir a lo bestia y hacer un espectáculo poniendo en riesgo mi vida. En el Teatro Alfil de Madrid pusieron una bomba a dos metros de mi camerino el 1 de marzo de 2006. He recibido amenazas de muerte. He estado meses actuando protegido por la Policía. ¿Y lo único que he hecho es un espectáculo al que la gente es totalmente libre de no asistir...!

-¿Se planteó dejar la obra?

-La misma noche del atentado, en mi camerino, me pregunté si valía la pena arriesgar la vida y pensé incluso en irme de España. Pero enseguida me di cuenta de que no hay nada más importante en mi vida que defender mis ideales; que hablar del laicismo y del ateísmo para mí es esencial; he nacido para eso. No puedo dar un paso atrás.

-¿Ha encontrado reacciones de odio similares en otros países?

-Absolutamente, no: esto es español. He hecho 'La revelación' por una docena de países, en América del Sur y Europa, incluso en Roma, a 2 kilómetros del Vaticano, y la oposición ha sido diferente: periódicos que no hablan del asunto, falta de publicidad... Aquí, en la calle, un coche se para, se bajan cuatro chicos con las cabezas rapadas, y me dicen: «Hijo de puta, vuelve a tu país»... En Oporto (Portugal) vinieron cuatro jesuitas porque querían discutir conmigo sobre el espectáculo; casi mil personas se quedaron para oírlo y fue maravilloso. Soy muy fuerte a nivel teológico; puedo defender mis planteamientos ante cualquiera. Yo quiero debates. Incluso estaría contento si alguien me demostrase que me equivoco y que Dios existe, pero hasta ahora ningún argumento racional me lo ha podido demostrar.

-¿Cree que la victoria de Obama reducirá el poder de los fundamentalistas cristianos en EE UU?

-Sarah Palin, que era la representante de esa gente, ha quedado en ridículo. En estos momentos están viviendo un bajón, pero son gente superorganizada y volverán. Por ejemplo, en California han conseguido quitar el derecho a los matrimonios homosexuales: ¿en San Francisco, que es la cuna del movimiento gay a nivel mundial! Creo que el momento de mayor apogeo de los integristas fueron los años Bush y ya han pasado. No van a desaparecer, pero Obama representa una derrota de esta gente y la vuelta de una América más sana, la de los Michael Moore y compañía. Menos mal, porque durante ocho años yo he hablado de antiamericanismo en mis espectáculos, a pesar de que yo no soy antiamericano; soy anti-sanguinarios, fanáticos y fundamentalistas que han machacado a Irak y a Afganistán. Obama representa a otra América.

-Se autodefine como bufón. ¿Cree que con el humor se llega más lejos que con discursos intelectuales?

-Creo que el humor es una de las actividades intelectuales más profundas. Si consigues hacer reír hablando de temas complicados significa, primero, que tú dominas esos temas y, segundo, que el público ha entendido tu punto de vista. Si una persona se enfada, no se ríe; se cierra. El humor abre las mentes. Pero cuidado: el humor es sólo una herramienta y no es responsable de lo que se haga con él. Se puede hacer reír con chistes sexistas, racistas, fascistas...