TRAYECTORIA. El actor gaditano será homenajeado en el próximo Festival de Cine Iberoamericano de Huelva. / LA VOZ
Cultura

«El día que deje de ser un actor promesa, me retiraré»

El intérprete sanroqueño recibirá un homenaje a toda su carrera en el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva «Ser mayor me llena de maravillosa responsabilidad»

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Cada vez que habla, sienta cátedra. «Vendo la verdad en la que creo», «el destino marca nuestras vidas y te hace sentir muy pequeño», «el ser mayor me llena de maravillosa responsabilidad»... Son sólo algunas de las píldoras filosóficas que Juan Luis Galiardo lanza durante una breve conversación. Palabras de un hombre que, a sus 68 años y con más de cuarenta en el mundo de la interpretación, sigue considerándose un «actor promesa». El sanroqueño recibirá dentro de unas semanas el Premio Ciudad de Huelva a toda su trayectoria profesional en el Festival de Cine Iberoamericano de la ciudad onubense.

-¿Ha vendido mucho humo (como el título de su obra en cartel) a lo largo de su vida?

-Durante una etapa de mi vida, he vendido dolor. La muerte de mi madre me arrastró a un proceso que yo no conocía bien. Y ese proceso de dolor me llevó a distorsionar las cosas. Creo que no soy un vendedor de humo, soy locuaz, extrovertido pero el vendedor de humo tiene otras características más perniciosas. Yo vendo en cada momento, de forma extrovertida y explosiva, la verdad en la que creo, pero que es variable. Lo que creía en el año 60 es distinto a lo que creo ahora.

-Como el humo, ¿qué se le escapa de las manos?

-Se me han escapado muchas cosas. Soy una persona, en estos últimos años de mi vida, llena de humildad, porque creo que somos partículas muy pequeñas del universo y que el ser humano se ha creído cosas un poquito pretenciosas. Se me escapa casi todo. Cuando lo entendí, asumí que el destino marca nuestras vidas y te hace sentirte muy pequeño.

-¿Qué da el aplauso del público para que adore tanto el teatro, por encima del cine?

-No tanto el aplauso, sino el reconocimiento que yo tengo de mí mismo. Me siento útil haciendo este tipo de teatro. Si el hombre no hace alguna obra en su vida de la que se sienta digno y útil al tejido social... Y con este teatro me siento digno porque veo que la gente no aplaude, la gente se emociona. Aplaude como resultado final, pero es producto de la emoción y del reconocimiento a valores. Yo no soy un entretenedor, soy un entretenedor que además hago de alguna manera en mi trabajo la misma labor que he tenido en mi vida: salir del dolor y llevar a los demás un poquito de luz para que sepan que se puede salir. De hecho el final de la obra Humo es: Señores, qué más da. La palabra es fe, esa es la palabra. Buscar creer en algo es maravilloso y, en este sentido, el teatro de la palabra, el pensamiento y el entretenimiento digno es grandioso.

De corazón

-¿Cuándo dejará de ser un actor promesa?

-Creo que voy a morir siendo un actor promesa, y lo digo de corazón. El día que piense que he llegado, que he dejado de serlo, me retiraré.

-Tiene hasta un teatro que lleva su nombre en San Roque, ¿no le hace sentirse más mayor?

-Yo me siento mayor, pero en el sentido más profundo y machadiano de la palabra. Soy consciente de que mi vida es un referente, porque los mayores tenemos que ser espejo de los que vienen detrás. El ser mayor no me llena de frivolidad, me llena de enorme y maravillosa responsabilidad.

Pacto de reconciliación

-Es un experto en psicoanálisis, ¿cree que el cine español necesita un buen psiquiatra?

-Profundo psiquiatra. Creo que en este momento, el país necesitan un psicoanálisis profundo. Nos hemos montado muchas mentiras, y la culpa no es sólo de los políticos y los gestores. La mentira es algo que anida en cada individuo. En estos momentos, el cine -que es un reflejo de la vida de un país- es una industria del ocio. Yo estoy preparando un gran encuentro con la derecha y la izquierda de reconciliación y pacto ante la cultura audiovisual. Ayer estuve en el Parlamento y Rajoy ha designado ya a su persona, que es José María Lasalle. José María Otero podría ser el presidente de este congreso. Estamos intentado hablar con un diputado por Málaga, Torres Mora, que representaría las dos posturas. Con ello, buscamos una reconciliación para que la cultura no sea un arma política, sino un pacto de estado, porque la cultura no es ni de la derecha ni de la izquierda, es del pueblo. Ese encuentro servirá de ejercicio de psicoanálisis de nuestro sector y del sector político.

-Algunos actores consideran el telefilme un género menor, pero usted participa activamente en ellos.

-Es un género en el que, seguramente, se va a mover el cine español con más dignidad, porque ya está bien de los abusos. La taquilla es el parámetro para acceder a las subvenciones y como no se cobre, se tiene que comprar taquilla. Estamos casi delinquiendo. El telefilme es algo muy digno, llega a más gente y es un medio cinematográfico para los nuevos soportes.

-¿Contempla el salto a la dirección?

-No, yo soy un actor. Y además un actor en ejercicio de crecimiento, cada día soy mejor. El director necesita tener cosas que contar, y yo lo que tengo que contar nace de mí, porque es mi experiencia vital. Además, el director deber buscar una armonía y mi propia pasión distorsionaría el equilibrio que debe tener una película. Cada uno nace para algo y yo soy un comunicador.