VUELTA DE HOJA

Sálvese quien pueda

Hay gritos en voz baja. Aunque no atruenen a nadie, nos alarman a todos. La minicumbre celebrada en París, donde se reunieron los auténticos mandatarios europeos, ha acordado que cada país actúe con sus propios medios y estrategias para combatir la crisis. Dicho de otra manera: Europa renuncia a un plan de rescate conjunto. El temporal económico es horroroso, pero cada nación debe aguantar su vela, incluso las que no tenían porque hace algún tiempo que se quedaron a dos velas y las desarboló el viento de la economía. ¿Qué hacen los marineros cuando no hay patrón para mandarles? La Unión Europea no está unida, aunque algunos gobiernos se hayan comprometido a salvar los bancos en riesgos y estén dispuestos a elevar las garantías sobre los depósitos.

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En mitad del temporal se ha oído la voz de la vicepresidenta del Gobierno con un mensaje de esperanza, si bien algo aplazado. María Teresa Fernández de la Vega espera que dentro de un año comenzaremos a remontar la crisis. Que Dios le pague su fe en la ciencia económica, aunque el físico Stephen Hawking, ya saben, el sabio plegable, acaba de decir que «la ciencia no deja mucho espacio para Dios». Doña María Teresa es la única que no transmite esperanza y eso siempre es de agradecer. La gente está ligeramente harta de los zodiacos funestos del jefe de la oposición y del optimismo patológico del presidente del Gobierno.

Hay que seguir bogando. En vez de calcular el castigo adecuado para la secretaria del caso Mari Luz, que debe ser sólo el que marque la ley, y de insistir en remover fosas para no dejar que los mutuos muertos puedan descansar en paz, hay que ocuparse del futuro, que ya ha llegado. Ya sabíamos que los reglamentos consistían en que «todo inferior será severamente castigado». Lo que no sabíamos es el precio del ADN de los muertos.