Opinion

Cinismo

Hemos comprobado el cinismo de los grandes líderes del mundo tan defensores de las leyes del mercado y del neoliberalismo más exacerbado, al proponer o defender la intervención del Estado en empresas o bancos en dificultades o que no funcionan. No se preguntan por qué no funcionan. Ni parecen recordar que los que gobiernan son responsables de no haber detenido a tiempo ni unos procesos especulativos que han conducido al país y al mundo a una crisis, ni unas situaciones comerciales y financieras tan rocambolescas que incluso los que no entendemos en finanzas, sabíamos que no podían durar.

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Y no me refiero sólo a lo que ocurre en Estados Unidos, aunque supongo que más o menos, en otro ámbito y en otra intensidad, tiene las mismas raíces que lo que está ocurriendo en nuestro país: nadie tuvo agallas para evitar los procedimientos especulativos cuyo único fin era el enriquecimiento personal, cuando todavía se estaba a tiempo.

Porque los poderes políticos cerraron los ojos a los descalabros de los banqueros en aquel caso y de los constructores en el nuestro, ambos estrechamente relacionados, como puede comprobar cualquiera, sea cual sea su ámbito profesional. Porque todos sufrimos las consecuencias de la crisis en la que estamos sumergidos.

¿Así que nuestros políticos, los americanos, ingleses, españoles y británicos, no tenían ni idea de lo que se nos echaba encima? Deberían estar tan ocupados en rellenar las arcas de sus instituciones, que ni siquiera se dieron cuenta. Pero nosotros sí lo veíamos.

¿O es que quedaba alguien que creyera que la burbuja de la construcción no estallaría? ¿Alguien convencido de que la economía del país se sostiene por la especulación? ¿Algún inocente que defienda que la corrupción inherente a toda especulación puede sustituir los beneficios de una economía basada en procesos agrícolas o industriales, es decir, en la creación de riqueza, y no en su falseamiento apto sólo para destrozar paisajes y llenar los bolsillos de los banqueros, empresarios y políticos desaprensivos?

Ahora, los neocon'del mundo exigen que sea el Estado, es decir, todos nosotros, el que financie sus pérdidas. ¿Pero acaso compartimos antes sus colosales beneficios?

Que autoricen al Estado a disponer de sus cuentas corrientes en paraísos fiscales, y confiesen desde cuándo y en qué medida engañaron al fisco.

Sólo en este caso sería justo que el Estado les ayudara.