CARA Y CRUZ. Los blancos compaginaron momentos de gran juego con otros de desconcierto. / AP
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El Real Madrid consigue un triunfo engañoso en San Petersburgo

Los de Bernd Schuster comenzaron bien pero acabaron colgados de su larguero ante un Zenit que perdonó arriba y fue inocente en defensa

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Sin Raúl, por descanso, el Madrid logró un fundamental triunfo en San Petersburgo que encarriló su pase a cuartos de la Champions y puso fin a dos años de sequía lejos de casa, pero dejó síntomas preocupantes. Se olvidó del balón en la segunda parte y acabó atrincherado en su área con serias deficiencias físicas, como un equipo menor.

Fue un Madrid clásico en los últimos años, capaz de alternar fases de gobierno absoluto de la situación con ratos de sesteo que resucitan a cualquier adversario y una peligrosa tendencia a colgarse de su travesaño. Combina bien en el centro cuando se lo propone y mata arriba, pero muestra una preocupante fragilidad defensiva para los grandes retos, sobre todo por el flanco que corresponde a Sergio Ramos. Y se encontró con un rival que también respondió a las mil maravillas al estereotipo del fútbol ruso. Buen toque de balón, acciones de tiralíneas, jugadores de enorme talento que aparecen sólo a ráfagas, como Arshavin, y una defensa endeble, inocente, de patio de colegio.

Sin el 7, en una decisión de Schuster que engañó a casi todos, el Madrid salió en plan campeón. No tuvo el más mínimo temor al último campeón de la UEFA y de la Supercopa, donde pasó por encima del Manchester United, y le fue a buscar desde el primer minuto. En el 2, un cabezazo de Higuaín obligó a lucirse al portero Malafeev, más de balonmano que de fútbol porque rechaza casi todo pero no detiene nada. Y en el siguiente, el central Hubocan remató a lo delantero centro un pase de Van der Vaart. ¿Suerte? Hay que buscarla dicen los clásicos...

Tras un cuarto de hora soberbio, el Madrid empezó a sobrarse, a actuar con peligrosa suficiencia. Pepe quiso salir con un eslalon de esquiador de su área, Ramos ejercer más de extremo que de lateral...y el Zenit se adueñó del balón y del dominio. Por la izquierda, Siri y Arshavin la liaron y Schuster se desgañitó para que Higuaín colaborase con Ramos. No había forma. Llegó el empate tras una jugada por ese lado que rubricó el portugués Danny. Sonó el despertador y el Madrid se desperezó. Y en un visto y no visto, un tiro de Van der Vaart, un mal rechace y el certero disparo de Ruud, siempre Van Nistelrooy.

Ida y vuelta

Hasta el descanso, el choque derivó en un atractivo ida y vuelta en el que el Madrid tenía las de ganar. Los rusos se molestaron con el árbitro. Busacca no fue el típico juez hogareño que pasea por Europa. Le reclamaron un posible penalti de Diarra, otro por una supuesta mano de Ramos en el arranque de la segunda mitad, y también que impidiera sacar un córner al Zenit cuando pasaban cinco segundos de los primeros 45 minutos.

Schuster quiso apuntalar su sistema defensivo y apostó en la reanudación por el grandullón Javi García en lugar de Van der Vaart. Más músculo y menos delicadeza. De forma paulatina, los españoles se echaron atrás, hasta terminar apelotonados en el área pequeña. Danny y Arshavin se gustaron. Y volvieron otros clásicos, las manos y piernas salvadoras de san Iker, el poste milagroso, las ocasiones pintiparadas erradas por los rusos... También, en menor medida, los contragolpes no definidos por el egoísmo de Robben o la falta de gol de Higuaín. Un triunfo para extraer conclusiones, tantas o más que de las derrotas.