MIRADAS AL ALMA

La cruz de la moneda

Ir a Espartinas el sábado 20 de septiembre para vivir una corrida de toros donde se anuncia Pepe Luis Vázquez, era como volver a mirar atrás y sacudir el polvo de lejanas emociones. Luego la cosa sale o no sale. La vieja moneda, con la cara y la cruz ya desgastadas, vuelve a abrirse paso entre el viento para caer caprichosamente en el albero de esta plaza sevillana. Le acompañaban a Pepe Luis: Ortega Cano y Julio Aparicio con toros de Albarreal. Un cartel con gran atractivo para nuestros días. Pero, cosas del destino, la dichosa moneda desgastada les mostró la cara a Ortega y a Aparicio, y la cruz pesada y cruel a Pepe Luis. El mejor lote se lo llevó el de Cartagena, que se mostró alegremente predispuesto. Pude disfrutar en el trasteo del primer toro de Aparicio con su toreo arabesco, y es que este torero de mirada felina, cuando logra relajarse y templar su amaneramiento, consigue cadencia y calidad. Dio un pase de pecho con la mano izquierda, tan hondo y tan largo que más que terminar se perdió en la danza de su flamenca cintura. Tiene Aparicio una mano izquierda con la que consigue esa buscada naturalidad que a veces tanto le cuesta encontrar. Esa misma naturalidad que es, sin embargo, el estado natural de Pepe Luis Vázquez Silva. Sólo verle andar con sencillez y delicadeza, verle recoger con las yemas de los dedos su capotillo grana, sólo verle, me mereció la pena.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Ya dije que la maldita moneda le mostró la cruz al sevillano. Sus toros fueron imposibles, violentos y descastaos. No quisieron acudir a la gracia natural de un buen artista. Aun así, y sin redondear nada, hubo chispazos intermitentes de hondo calado. Dos naturales dándole el medio pecho acompasao y un garboso cambio de mano de remate tan de su firma. Posee Pepe Luis buenas muñecas, las buenas muñecas de los buenos toreros. Sólo espero que otra tarde la moneda de la suerte oiga a los duendes del viento y en su caída al albero le dé la cara al hijo del genio de San Bernardo.