MUNDO

El precio del doble juego

Su doble juego ha negado a Bachar al-Assad la entrada en Occidente. Pero el coqueteo con Washington y el 'eje del bien' puede haber multiplicado las iras de sus tradicionales enemigos yihadistas, combatientes iraquíes a los que Damasco ha llegado a extraditar a Estados Unidos. Y puede que Siria haya empezado a pagar el precio.

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Además tampoco ha logrado acercarse nunca a la Casa Blanca. El pasado martes George W. Bush volvió a acusar a Siria de seguir apoyando un terrorismo que «no tiene sitio en el mundo moderno». Ratificaba así su rechazo a Al-Assad, al que ha dado la espalda «por albergar a Hamás, dar facilidades a Hezbolá y por desestabilizar el Líbano».