Opinion

Rectificación forzada

El anuncio realizado el miércoles por el ministro Corbacho sobre la supresión de las contrataciones de inmigrantes en sus lugares de origen ante el repunte del paro en nuestro país ha forzado una rectificación del Gobierno que pone de manifiesto o bien que la iniciativa no gozaba de la exigible maduración, o bien que ésta se anticipó de manera tan precipitada que ha generado una perjudicial inquietud admitida ayer por el propio titular de Trabajo. La alusión de Corbacho a la posibilidad de que sus palabras se hubieran malinterpretado no sólo no excusan la comprensible controversia que han causado, sino que subrayan la responsabilidad que atañe a todo gobernante en la transmisión nítida y rigurosa de las medidas que tiene el propósito de adoptar, máxime si éstas se presentan como eventuales respuestas a una situación compleja y difícil como la que ha creado la crisis económica. El hecho de que las matizaciones del ministro y la corrección previa de la vicepresidenta De la Vega se produjeran tras el amplio rechazo con que habían saludado la medida sindicatos, empresas y partidos evidencia que el Ejecutivo no había procurado el mínimo consenso que precisaría un cambio destinado a incidir en el mercado laboral.

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El desconcierto suscitado obliga al Gobierno a aclarar si la afirmación de De la Vega de que se mantendrán las contrataciones en origen en función de las necesidades que presente la economía significa la continuidad de la política aplicada hasta ahora, o si ésta se modulará en términos menos drásticos a los anunciados por Corbacho. En cualquier caso, es precisamente la marcha atrás del Ejecutivo la que demuestra la existencia de una voluntad de reajustar su programa en materia de inmigración para hacerlo más restrictivo; al tiempo que difícilmente logrará disipar ya el pernicioso efecto que ha podido provocar la identificación implícita del acceso de los extranjeros al mercado laboral español con los escollos a los que tengan que enfrentarse los nacionales para encontrar trabajo en un momento de fuerte contracción de las expectativas económicas. Al haber vinculado su discutible iniciativa a la estrategia para tratar de frenar las consecuencias de la crisis y haberse visto obligado a enmendarla, el Gobierno ha dejado traslucir una negativa impresión de inconsistencia justo en el terreno que requiere en estos momentos de discursos y actitudes más firmes y diáfanas.