MUNDO

Guerra abierta en la frontera afgana

Mientras se debate el futuro político del país en las urnas, en la frontera con Afganistán crece la inestabilidad. El Ejército de Pakistán y las fuerzas internacionales desplegadas en suelo afgano bajo la bandera de la OTAN desarrollan misiones en lo que la CIA considera el «santuario de Al-Qaida», las zonas tribales por las que discurre la frontera entre ambos países. La última de estas misiones acabó con la vida de cinco personas tras el lanzamiento de un misil desde un avión en Waziristán del Norte.

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La víspera, otras veinte personas fallecieron en Jalal Khel, en Waziristán del Sur, tras la incursión por tierra de fuerzas especiales estadounidenses en lo que se ha calificado como «la primera misión terrestre» extranjera en su país desde la llegada internacional a Afganistán en 2001. Shah Mehmood Qureshi, ministro de Exteriores paquistaní, condenó ante la Embajadora americana en Islamabad este tipo de acciones «vergonzosas, que sólo alimentan el odio en la zona tribal».

Esta operación terrestre, de la que el Pentágono no ha ofrecido detalles, supone un salto cualitativo en los habituales ataques lanzados desde helicópteros o aviones espía y según los mediosha costado la vida a «varios civiles, entre ellos mujeres y niños». Mahdoum Babar, director del periódico Daily Mail, aseguró que «la población paquistaní toma este tipo de acciones como una declaración de guerra».

Cinturón tribal

Pakistán atraviesa un momento complicado debido especialmente a la proliferación de grupos extremistas. La comunidad internacional apunta al cinturón tribal como el foco de todos sus males en Afganistán, pero lo cierto es que desde que el 20 de septiembre de 2006 Osama Bin Laden llamara a la yihad (guerra santa) contra Musharraf, el número de atentados se ha disparado en Pakistán y tan solo en 2007 causó más de mil muertes.

Doscientos mil soldados paquistaníes llevan adelante sobre el terreno «la lucha contra el terrorismo» exigida por EE UU. En algunos medios locales lamentan el alto precio que está teniendo que pagar su pueblo por el apoyo a Occidente en su misión afgana y piden a los actuales dirigentes que revisen esta política de cara al futuro. Asif Ali Zardari, sin embargo, ha asegurado en numerosas ocasiones que su intención es seguir con la política militarista de Musharraf y respaldará a la Casa Blanca.