Primer plano de Asif Alí Zardari. /EFE
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Un 'esposo concertado' con múltiples causas por corrupción

El nuevo presidente pakistaní, Asif Alí Zardari, ha sufrido la cárcel y el exilio

ISLAMABAD Actualizado: Guardar
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Tras sufrir cárcel, exilio y el desprecio de sus conciudadanos, que lo apodaron "el señor 10%" -por supuestos cobros de comisiones ilegales-, Asif Alí Zardari, líder del Partido Popular de Pakistán (PPP), ha conseguido hoy la mayoría de votos necesaria para proclamarse presidente de su país. La fuerza del PPP y sus aliados en las Asambleas del país, encargadas de la votación, lo convirtieron en favorito para suceder a Pervez Musharraf.

Para llegar hasta aquí, Zardari no ha dudado en prescindir de su principal socio tras la victoria electoral del PPP en febrero, el ex primer ministro Nawaz Sharif, tras declarar que, para él, los acuerdos entre ambos no eran "sagrados como el Corán".

Era una ruptura previsible, habida cuenta de que Zardari pasó casi once años en la cárcel con cargos levantados durante los Gobiernos de Sharif, que le dieron su fama de corrupto por las supuestas comisiones que cobraba.

¿Hundió los gobiernos de su mujer?

Nacido en Nawabshah, en la provincia de Sindh (sudeste), el 21 de junio de 1956 en el seno de una familia de terratenientes de origen baluchi, el joven Zardari sólo cursó estudios de secundaria.

En 1987, se casó en matrimonio concertado con Benazir Bhutto, la heredera de una dinastía política, educada en Oxford (Reino Unido), que un año después -y con sólo 35- se convirtió en la primera mujer al frente del Gobierno de Pakistán .

Zardari es popularmente considerado el responsable de la corrupción que acabó tempranamente con los dos Gobiernos de su esposa, alternos con Ejecutivos de Sharif.

Tras la caída del primer Gobierno de Bhutto, Zardari fue acusado de extorsión y pasó tres años en prisión, hasta ser exonerado al recuperar su esposa el poder, en 1993. De nuevo cayó Bhutto (octubre de 1996) y otra vez Zardari terminó en prisión, esta vez por un periodo de ocho años durante los cuales se levantaron una docena de casos contra él, entre ellos por el asesinato de su cuñado, Murtaza Bhutto.

Ningún cargo conllevó condena firme

El PPP mantuvo siempre que los cargos, ninguno de los cuales llevó a una condena firme, fueron motivados políticamente y que la estancia en prisión y las torturas sufridas en ella resintieron gravemente la salud de Zardari, diabético, aquejado del corazón y de dolencias de espalda.

"La corrupción es un estado mental. Una persona corrupta (...) no habría sacrificado ocho años de su vida en prisión. Podría haber aceptado un acuerdo y haberme marchado" al exilio, dijo en una entrevista que concedió en 2005.

La cárcel, el exilio y la temprana muerte de Bhutto en un atentado a fines de 2007 separó a la pareja Bhutto-Zardari, que pasó junta apenas cinco años de su matrimonio y tuvo tres hijos: Bilawal (1988), Bajtawar (1990) y Asafa (1996).

Cuando fue excarcelado en 2004, Zardari se trasladó a Nueva York y no a Dubai, donde su esposa e hijos vivían en el exilio desde principios de 1999.

"Soy un completo extraño para mis hijos", se lamentó una vez, aunque las crónicas de la época reflejan una vida de placer y lujo en la ciudad de los rascacielos, acorde con su fama de vividor y apasionado del polo y las mujeres.

No obstante, Benazir siempre defendió en público el apoyo de su esposo y negó los "rumores venenosos" sobre su supuesto alejamiento. Aún así, cuando Bhutto regresó a Pakistán el 18 de octubre de 2007, tras lograr una amnistía de Musharraf, su marido no la acompañaba.

El asesinato de su mujer precipita su ascenso

Aunque ocupó algún puesto ministerial en los dos Ejecutivos de Benazir, Zardari no era miembro del PPP ni candidato a las elecciones en las que su esposa cifraba su retorno al Gobierno, a principios de 2008.

Su asesinato en un atentado el 27 de diciembre de 2007 precipitó el ascenso de Zardari a la cúpula del PPP, que lo nombró "copresidente" tras designar al joven Bilawal, estudiante en Oxford, heredero nominal del puesto de su madre.

En los meses transcurridos, Zardari se ha hecho con todas las riendas del poder, alternando estancias en Islamabad con viajes de negocios al extranjero, sin olvidar fomentar el culto que muchos paquistaníes profesan a la familia Bhutto.