LORY MEYERS es uno de los grupos más sólidos del panorama indie. / LA VOZ
Cultura

El ritmo esquiva la crisis

Nunca hubo tantos grupos ni tantos festivales en España: la música en directo y la crisis del disco provocan una insólita eclosión de nuevas bandas pop e indie que desmiente a los agoreros

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Déjense de (re)movidas y monsergas y arremánguense, que la marea del nuevo pop independiente español está subiendo. Hay de casi todo y lo hay muy bueno. Unos grupos ni siquiera han grabado, otros ya llevan varios títulos en la mochila. Unos son muy jóvenes y otros no tanto. Muchos se vuelven locos por el country y el folk, y los de más allá son devotos de Algueró. Unos hacen mucho ruido y otros aportan sustanciosas nueces. Todos tienen una cultura musical ecléctica, muy amplia. Hay grupos hasta debajo de las piedras, pero sobre todo en la Red, en YouTube y MySpace. Pasen y oigan, no pueden estar todos los que son, pero sí que son casi todos los que a continuación están.

Los primeros en pasar por este bienintencionado e ilusionado tribunal popero son Grande-Marlaska. Con Roberto, Malela y Pepo la sentencia es inapelable: culpables. Culpables de hacer canciones (recogidas en El momento de hacer) que lo tienen todo: divierten, se bailan, se tararean, emocionan y llegan al corazón.

Con imaginación y fantasía, El Guisante Mágico ha deslumbrado con Love, lust & a bit of champagne, una colección de joyas creadas por un vocalista y compositor de altísimo nivel: Aldo Comas. Pop de colores ofrece Serpentina en píldoras luminosas de dos minutos para unas vacaciones en el mar. Bombones son también pop por la cara, mientras que Smile se asientan en el sonido de la Costa Oeste en los felices tiempos hippies. En clave de folk más o menos psicodélico, Cuchillo ofrecen una apuesta afilada y cortante. En una onda muy distinta, La Casa Azul, cuyo pop iconoclasta recoge influencias de todo punto y lugar (no olviden su Amo a Laura) porque su humanoide más aventajado, Guille Milkyway, no tiene cabeza, sino una auténtica y divertida esponja que lo absorbe todo. Al otro lado del planeta musical está Lidia Damunt, que acaba de firmar En la isla de las bufandas. Lo de Lidia es de mérito, hacer country (del jondo) y cantarlo en castellano. Otra mujer, Irene R. Tremblay, es Aroah, bella propuesta absolutamente personal e intransferible. Y ahora alguien con antecedentes (musicales, no penales): Depedro o, lo que es lo mismo, Jairo Zavala, ex miembro de Vacazul, que hace unas semanas publicaba Depedro, con el sustento musical de los poderosos Calexico, un trabajo que convence.

Desde Getxo llega la melancólica belleza de McEnroe y su Mundo marino. Doce voleas imposibles de devolver. Pop de hondo calado, teñido de extrañas nostalgias y paraísos perdidos. Viajemos hasta Krakovia. Lo tienen todo para arrasar. Una imagen impactante, tanto como su rock musculoso y teatral. Tal vez pequen de excesos de pirotecnia en algún momento, pero no son de los que pasan inadvertidos. Por otro carril de esta autopista circula a toda pastilla Tulsa, nuevo proyecto de Miren Iza, ex Electrobikinis, que ha publicado Sólo me has rozado, un álbum de folk-rock sibilino como el deslizarse de una cascabel por el desierto de Mojave. Puritito veneno, aunque les falte un poquito de cazalla a lo Lucinda Williams. Desde Irún, llega la descarga demoledora, el rock sin retorno, de Lisabo. Otros como Facto de la Fe y Las Flores Azules prefieren rapear sentimental y sentidamente, y hay, igualmente, ejemplos de dulce ironía polideportiva en las canciones firmadas por Deneuve. Otros, como Abel, ex vocalista de Migala, bajo el nombre de El Hijo hacen música de padre y muy señor mío. Algunos empezaron cantando en inglés pero acabaron cogiéndole el gustillo al español, como Love of Lesbian. El cambio de lengua valió la pena, tanto como sus Cuentos Chinos Para Niños del Japón.

Sinceramente, Manos de Topo confiesan que eran unos zotes con los instrumentos, de ahí el nombre. De hecho, su vocalista no canta, ni falta que le hace. Mayormente lloriquea y llena de lágrimas unos pentagramas ansiosos, enfermizos, surrealistas, apasionantes. En ellos, hasta las castañuelas y la trompetería suenan rompedoras. Un montón de influencias acumula la música de Pigmy lo que hace de su disco Miniaturas lo que la vida era para Forrest Gump: una caja de bombones. Cambiemos de acera, hasta dar con Russian Red, experta en canciones caseras e íntimas. Y no se olviden de Rebeca Jiménez y su primer disco, Todo llegará: rock a la americana de jondura inusual por estos pagos.

Diáfanamente sesentero

Vayamos ahora con la música a otra parte con Stay y Things You Cannot See, un disco en que lo bordan a través de paisajes pop, soul, beat, garaje y lo que les echen, en un ambiente diáfanamente sesentero con piezas memorables como We Need Neil Young's. En otra onda, pero no menos saludable, nos encontramos con el pop-rock de mucha altura de Tachenko, surgidos como el ave fénix de las cenizas de El Niño Gusano. Más femenino y muy singular: Olivia De Happyland, y su pop-rock hermoso y sensual, pero con sus gotitas de crueldad. Bajo el divertido nombre de Travolta se agrupa una banda que hace canciones preciosas, que parecen escritas para cantar en el Seat 600 camino de Benidorm. Su pasado lo constituyen bandas como Mercromina y Surfin Bichos, casi nada. Tarik y la Fábrica de Colores apuestan por un pop desconcertante e inteligente, mientras que las guitarras vuelan con Sunday Drivers. Brutal, no muy correcta políticamente, es la tormenta sónica que proponen los chavales airados, rebeldes y con causas de Triángulo de Amor Bizarro. Ultracontundentes.

Más leña al mono: Los Carradine (híbrido entre Violent Femmes y el pensamiento Mao Tse Tung) firman canciones al rojo vivo como Vietnam sentimental. Napalm rockanrolero. Pero hay más, mucho más. Como la herencia ramoniana de Danny & Patti, el sabor agreste de Chiquita y Chatarra, la americana profunda y el mejunje fronterizo de Bigott; la intensidad emocional de Tres Estrellas; los inverosímiles neohippies de Hola a Todo el Mundo, música sin conservantes; y el pop bucólico de Refree, el aire campestre de Abrevadero; Chándal, donde Miki Asensio hilvana los delirios de Cobain con los hilos de Radiohead y los Chilli Peppers. Y...

La marea del nuevo pop español está ahí, invitando a un buen chapuzón.