EL RECUADRO

Yo te bautizo por lo civil

Son muchos siglos de cristianismo los que tiene España como para que la ola-de-laicismo-que-nos-invade los borre de un plumazo. Por muy laicos y agnósticos que se proclamen, siempre hay un trasfondo de tradición religiosa que los traiciona. Puede verse en los ritos relacionados con la vida y la muerte. El vacío que deja la renuncia a lo religioso, por esa traición de la tradición, es sustituido por algo que, quieras que no, acaba recordando a lo cristiano. Y en la mayoría de los casos los ritos por lo civil desembocan en una triste parodia de los católicos.

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Miren, si no, las bodas civiles. Me parecen dignas de todo elogio las bodas civiles que se celebran discretamente en un despacho del juzgado, según la ley. Pero son lamentables esas parodias del matrimonio canónico en que se convierten las bodas civiles cuando quieren tener todos los lujeríos de los casamientos por la Iglesia... y los remedan. La boda civil como parodia de la religiosa encanta al personal, y al dinero que le dedican los ayuntamientos me remito. Hay determinados días de la semana en que los salones de plenos se convierten en parroquias y los alcaldes o concejales, en curas. Son los días del arroz. Según cuánto arroz veas en la puerta de tu ayuntamiento en fin de semana, así se habrán celebrado de bodas civiles. Con una enorme nostalgia de lo religioso, para mayor contradicción. El alcalde que casa a los novios se cree cura, y les da un fervorín que es en el fondo una homilía vestida de paisano. La madrina, desde luego, va de mantilla, como si hiciera falta el velo para entrar en la sala capitular. Donde un amigo de los novios lee unos versos de un poeta que siempre acaba en -uda, Cernuda o Neruda, que hacen las veces de evangelio de las Bodas de Canaá. Un tocadiscos hace sonar finalmente la parodia del órgano parroquial con la marcha nupcial, cuando los novios salen ya casados de esta charlotada por lo civil, precedidos por niños emperifollados a lo Versalles que portan las arras que no existen.

Parodia, puro teatro. Como triste parodia de los funerales católicos son muchos memoriales fúnebres por lo civil, a los que sólo les falta el hisopazo de agua bendita sobre el ataúd. O esas esquelas mortuorias sin cruz, en cuyo texto se escapan siempre conceptos católicos acerca del difunto, como «por su eterno descanso» o «su alma».

Cuando nos creíamos que las parodias civiles de lo religioso estaban ya colmadas con las ceremonias del casamiento y la muerte, vienen los ritos del nacimiento a la vida, como aquel padre que pidió al director del colegio que su niño hiciera la primera comunión por lo civil. Y en Cádiz, donde se inventó el liberalismo, la Constitución y la lotería nacional, un concejal (de Izquierda Unida tenía que ser) quiere inventar el Bautizo Civil. Y no quiere celebrarlo de cualquier manera, sino por todo lo alto, para lo que pide el salón de plenos municipales, a fin de que los civiles sean bautizos de rumbo y tronío. Cita nada menos que una costumbre de la Revolución Francesa, que era la prima fanfarrona que La Pepa gaditana tenía en París, para implantar esta parodia de echarle a los niños el agua por lo civil. Y le ha puesto a la ceremonia un nombre que es el colmo de la cursilería, palabra que también se inventó en Cádiz, con las niñas del sastre francés Tsicourt. Tsicourt, ¿Court-sí! Los bautizos serán «acogimientos civiles». ¿Toma ya! Lo cual es más nostálgico aun de lo católico: la sociedad acoge al niño como la Iglesia recibe en su asamblea al bautizando...sólo que por lo civil y por lo ridículo.

Debe intervenir el Defensor del Menor. Pues el concejal pretende que a los neófitos por lo civil les lean a los pobrecitos, qué barbaridad, la Carta Europea de los Derechos Humanos y la Declaración Universal de Derechos del Menor. No, mire usted: entre los derechos del menor está el fundamental de que los mayores progres no hagan perrerías con ellos porque no les parezca suficientemente izquierdoso bautizarlos por la Iglesia, como los bautizaron a ellos, por cierto, por muy rojos que fueran. Espero que la charlotada baptismal gaditana no prospere. Porque me estoy viendo a ese concejal comunista haciendo de cura en el salón de plenos, y diciendo, concha (Velasco, que es de la cuerda) en mano: «Yo te bautizo en el nombre de Carrillo, de Anguita y de La Pasionaria».