MÁS FÚTBOL

Adiós vacaciones

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spaña resurge de sus tinieblas: comienza el fútbol. Adiós a la crisis, la tragedia de Barajas pasa a un segundo plano y Pekín vuelve a sonar a algo muy lejano aunque en el Tíbet piensen todo lo contrario. El fútbol no es una droga ni un modo de vivir; es la vida tal cual. Matamos, mentimos, despreciamos, ignoramos, destruimos... Todo lo que sea necesario por él. El 31 de agosto nos ponemos la camiseta y ya no nos la quitamos hasta primavera. Nos volvemos tan idiotas que nos venden que por fin se acaban las vacaciones y regresa el fútbol y picamos aunque atrasar la Liga otro mes por uno más de descanso no suene nada mal. Pero algo está cambiando y en pleno periodo de recesión, al rey de reyes de este circo no paran de darle calabazas. De Cristiano Ronaldo a Villa, pasando por Cazorla, el Real Madrid ya no es lo que era, lo que resulta hasta gratificante para esos mileuristas que ven con cuanta frivolidad un tipo añade miles de millones de pesetas a su cuenta corriente simplemente porque es resultón y maneja el balón con bastante solvencia. Este fútbol del siglo XXI acaba dando asco. Los buenos partidos de toda una temporada se cuentan con los dedos de una mano. El entretenimiento sobre el césped ha dado paso al espectáculo en las gradas con la consiguiente pérdida de calidad. El resultadismo impera sobre la estética y no vemos más allá de lo que dictan los dirigentes y la obligada sumisión a unos colores. El fútbol se ha enquistado en los hogares para regocijo de los grupos mediáticos y sus directores de márketing, pues siempre está por encima del bien y del mal. El fútbol es arrogante, pero todavía mantiene intacta su capacidad para sorprendernos. Qué mejor ejemplo que en Cádiz, una ciudad que ha estado este verano con los pies en Segunda B; la ilusión, en Segunda A y el corazón partío porque tanto sufrimiento resulta más insoportable que llegar a fin de mes con lo puesto.