FAMILIA. Sarah, con su marido Todd y dos de sus hijas. / AP
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La bella desconocida

Madre de un niño con síndrome de Down, Sarah Palin conjuga sus sólidos principios con un peculiar pasado como modelo y reportera

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Ante el clamor general de los delegados reunidos en la Convención de Denver, Hillary Clinton recalcó su apoyo al candidato Barack Obama con el firme propósito de impedir que la próxima Administración estadounidense vuelva a estar controlada por los republicanos. Curiosamente, sus contrincantes parecen dudar de la capacidad de la senadora para convencer al electorado femenino, tan fiel a sus aspiraciones durante las primarias. La elección de Sarah Palin, la gobernadora de Alaska nacida en Idaho, como aspirante a vicepresidenta dentro de la candidatura de John McCain, suscita la sospecha de que el héroe americano y los suyos abrigan la esperanza de captar el voto de las numerosas demócratas insatisfechas con la derrota de una de las suyas.

El golpe de efecto de su elección intenta contrarrestar el ticket Obama-Biden, tan atractivo para las minorías étnicas, jóvenes y clases obreras, con este presunto canto de sirena destinado a las mujeres, colectivo cada vez más determinante en el panorama político del gigante. Como ocurre con sus oponentes, Palin proporciona características que complementan la opción republicana del veterano McCain. Con 44 años, la primera mujer que ocupa el cargo de gobernadora de Alaska aporta juventud y una breve y fulgurante trayectoria curtida en un estado marginal políticamente. En 1996 fue elegida alcaldesa de Wasila, un pueblo dormitorio de seis mil habitantes contiguo a la ciudad de Anchorage y tan sólo una década después alcanzaba la máxima autoridad.

Sus detractores le achacan haberse encontrado en el lugar adecuado en el momento oportuno. Hace cuatro años, desde la dirección de la comisión de control de la Energía, materia especialmente sensible en un territorio rico en materias primas, denunció la falta de ética dentro de sus propias filas. Tras denunciar el conflicto de intereses surgido ente las autoridades y sus ambiciones empresariales, renunció al cargo, una determinación muy calculada que impulsó su proyección en la escena local hace menos de cuatro años. Posiblemente, ni el idealista James Stewart en las moralizantes películas de Frank Capra lo habría hecho mejor.

De origen modesto, quedó en 1984 segunda en el concurso de Miss Alaska y dos décadas más tarde mantiene el aire de modelo y peinados muy sofisticados. En diciembre posó para la revista de moda Vogue y eso ha llevado a algunos de sus partidarios a definir Alaska como «el estado más frío, con la gobernadora más caliente». La agresiva jugadora en las canchas de baloncesto -se ganó el mote de Sarah Barracuda en el equipo de su escuela secundaria-, fue además reportera en un canal de televisión de su estado antes de emprender su rápida ascensión en el sector público.

Su biografía también acuña alguna de las mejores cualidades de los pioneros, esos individuos a los que se remiten los políticos norteamericanos en todas sus odas patrióticas. Hábil en las artes de la caza y la pesca, se la considera capaz tanto a los mandos de una motonieve como un hidroavión, y, naturalmente, es miembro de la poderosa Asociación Nacional del Rifle. Su ideología conservadora la mantiene contraria al matrimonio gay y hace gala de una sensibilidad ecologista en tela de juicio ante la decisión federal de emprender la explotación de los recursos petrolíferos en parajes de Alaska con alto valor medioambiental.

Simbolismo

Además, determinadas circunstancias añaden elementos sentimentales no menos seductores. Casada con un antiguo compañero de estudios de origen esquimal, cuenta con cinco hijos, tres hembras y dos varones. Track, el mayor a sus dieciocho años, se ha alistado en el Ejército y el próximo día once su brigada será enviada a Irak, una casualidad teñida de intenso simbolismo. Trig Paxson el menor, nació el pasado mes de abril aquejado de síndrome de Down, tal y como habían revelado los test prenatales. Palin renunció a la interrupción del embarazo y tres días después de su alumbramiento se reintegró a su puesto. La decisión de proseguir con la concepción fue bien recibida por la comunidad antiabortista y, posiblemente, también contribuyó a reforzar su imagen de mujer de sólidos principios.

No obstante, sus grandes cualidades morales han quedado en entredicho en el denominado caso Walt Monegan, un cargo de su gabinete que fue destituido hace apenas dos meses. El sujeto alegó haber sido víctima de su propia decisión de no prescindir de los servicios profesionales de un subordinado, Mike Wooten, casualmente ex cuñado de la gobernadora y envuelto en el divorcio tumultuoso de su hermana Molly. Pero, quizás, esta cicatera defensa de los más cercanos puede incluso resultar beneficiosa en un país que enaltece la familia.