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Esperando a Obama

Barack Obama, afroamericano y con muy poco peso político y personal cuando decidió presentarse a la presidencia de los Estados Unidos, debe recibir este martes el obsequio del voto de todos los compromisarios (superdelegados) que votaron durante las primarias a quien todos dábamos por segura candidata demócrata, Hillary Clinton. La apertura en Denver de la convención demócrata, además de un formidable espectáculo mediático y económico, con 60.000 personas involucradas en él, solo fue un mecanismo inaugural destinado a abrir boca con la intervención de Michele, la esposa de Barack, muy esperada antes de entrar en materia.

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Aunque todo deberá aguardar a la gran traca -y el hecho central de toda convención- del discurso de aceptación del candidato, en el que trabaja un grupo selecto de personas, incluidas ya algunas cercanas a Joseph Biden, el compañero de candidatura, habrá dos días de transacciones entre las diversas familias políticas en procura de lo que todo el mundo dice desear: la unidad del partido.

La clave de esa gran operación es la decisión negociada por los equipos de Obama y Clinton para que ésta, que en buena profesional está avalando todas las decisiones de aquel, incluida la de escoger al senador Biden, cierre filas con el gesto de ofrecer todos los votos de sus superdelegados al ganador de las primarias y evite demostraciones de su gente contra Obama. ¿A cambio de qué?

La pregunta no es fácil de responder, pero debe ser vinculada a un esfuerzo por aliviar los problemas económicos de la candidatura de Clinton, que la suspendió con deudas de unos 22 millones de dólares, y alguna clase de distinción, una vez descartada como candidata a la vicepresidencia. Se dice, o lo dicen sus críticos que, en el fondo, ella desea que gane el republicano McCain ,porque así aún podrá postularse en 2012.

Sea como fuere, la Convención llegará al jueves, el día de la aclamación de Obama, en un clima de reconciliación y unidad. Algo que el partido demócrata necesita, tras las crudas primarias, mucho más que los republicanos y que el público, allí como en todas partes, exige a un partido antes de darle su voto.