TORERO. La calle debe su nombre al matador Ventura Núñez, que renunció a su alternativa hasta en dos ocasiones. / TAMARA SÁNCHEZ
Jerez

Una aventurada calle por donde pasa la vida

La calle cercana a la Plaza de Toros toma el nombre de un matador jerezano que recibió la alternativa en dos ocasiones

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La jerezana calle que lleva el nombre de Ventura Núñez, Venturita, está próxima a la Plaza de Toros. Toma el nombre del torero jerezano que en dos ocasiones renunció a su alternativa. La primera la tomó en Valencia, en el año 1936, de manos de maestro de Borox, Domingo Ortega. Decidió renunciar tras la guerra y volvió el escalafón de novilleros para volverla a tomar en el año 1948, en El Puerto de Santa María, siendo su padrino Miguel del Pino.

Retirado durante unos años, volvió a los ruedos renunciando a esta segunda alternativa y toreando algunos novillos. Curiosidades de la historia de la tauromaquia y que tuvo por protagonista a este torero que El Cossío lo define como «de buena calidad, completo, con un sello muy personal, valiente y entendido. En lo privado es correcto, comedido en la conversación y en el juicio, y modesto».

Qué duda cabe que la vida ha cambiado desde los tiempos de Ventura Núñez al presente. Probablemente, si hubiese vivido en la actualidad, hubiera deseado que en su calle los niños hubieran jugado al toro. Pero ahora nadie quiere ser Manolete. «Nos quedamos con Zidane», comenta un chico que pasea la camiseta blanca del Madrid. Y es que, a la derecha, según se dejan atrás los corrales de la Plaza, hay un parque y unas pistas de fútbol sala donde los jovenzuelos van a quemar las calorías del bocadillo de mortadela a la hora de la merienda. En la calle existen dos alternativas: o sacas de casa el bocata, envuelto en papel aluminio, o lo compras en la Rosa de Oro. Nieves lleva un mes en el establecimiento, pero un bocadillo lo prepara cualquiera. «No es mala zona, aunque ahora en verano hay muchos vecinos veraneando, y eso se nota. Espero que cuando llegue el invierno todos volvamos a la normalidad», desea Nieves. Los chicos al colegio, las mamás a los trabajos y Nieves a lo suyo, que es preparar bocadillos o servir tartas típicas de Jerez, con su Pedro Ximénez y sus almendras. En el expositor hay figuritas para coronar las tartas de los novios. Las hay para todos los gustos: parejas hetero y parejas homosexuales en sus dos modalidades. «No quiero hacer comentarios -apunta Nieves-; sólo que los tiempos han cambiado», sentencia.

Justo al lado está Patricio Romero con su negocio, llamado Soufflé. Es un lugar de alimentación y prensa. Apunta que «pronto tendremos una churrería también».

La apuesta de su negocio llegó hace aproximadamente cinco años. «Antes de abrir esta tienda, estuve unos años en Gran Bretaña. Tampoco me preguntes por qué me fui, pero el caso es que estuve en Londres, después en Dublín y los últimos años en Edimburgo. De Escocia guardo un recuerdo maravilloso. Son gente estupenda, de la que aprendí mucho. Además, de no tener ni idea de inglés, llegué a tener un nivel alto, pues allí no hay más remedio que aprender», comenta. Un día, llamado por su madre, no se lo pensó dos veces: pidió la cuenta en su trabajo, liquidó con el casero y dejó su coche aparcado en el aeropuerto con las llaves puestas para el primero que pasara. «No he vuelto más, pero mi paso por aquella tierra me ha dejado marcado», subraya con cierta nostalgia.

Ajetreo

La calle va tomando un cierto ajetreo entre los jóvenes que gritan en la pista de fútbol un penalti que no se ha pitado, los pequeños en el parque que hay justo frente a la calle y en los veladores del bar Entre Vinos. Parece que no se para en este local. Un cliente dice que el camarero está dentro, pero que lo vamos a encontrar muy ocupado. No le faltaba razón. Tanto es así que nos comenta que no tiene tiempo para responder a las preguntas. Las tapas van saliendo de cocina y el tanque de cerveza se encuentra a pleno rendimiento. «Los siento, qué más querría yo que atenderos como es debido, pero es que no se para y estoy solo», subraya sofocado. Bar de desayunos ricos por la mañana y de tapas de lo más interesantes por las tardes.

Algo parecido ocurre en Misao, que es una tienda que lleva desde el pasado mes de diciembre en la calle Ventura Núñez. Allí los clientes se visten para las grandes ocasiones. Virginia Franco está al tanto de todo. Y más de lo mismo: «De veras que habéis llegado en el peor momento. Tenemos varias novias con las costureras y ahora es imposible». Desde un traje de Vitorio&Lucchino a otro de Jesús Peiró. Si quieren cualquier preparación a un gran acontecimiento como es una boda, también hay servicio. Nos lo tendrá que explicar Virginia en otra ocasión.

Flores

Si algo distingue a un torero cuando triunfa es recoger las flores que el público le tributa cuando da la vuelta al ruedo. En Artemisa saben un rato de flores. Manuel Rodríguez lleva ya seis años en la brecha. Se trata de una floristería con cierta prestancia, con una decoración muy interesante.

«Siempre nos ha gustado tener flores que quizá en otro lugares no se encuentran», comenta Manuel. Si el regalo que piensa pasa por un ramo de flores sugerente, en Artemisa puede encontrar propuestas interesantes. «Además, trabajamos para algunas empresas de catering de la ciudad. Nosotros nos dedicamos a preparar los centros de mesas de los eventos», comenta Manuel. Así que mientras Ventura sigue pegando muletazos en el cielo de los toreros, en su calle cada uno sigue con su dedicación.