CRÍTICA DE TV

Generación olímpica

Terrible la tarde del miércoles. Cabe decir que las cadenas se portaron, levantando sus parrillas conforme se iba desvelando la magnitud de la tragedia de Barajas o integrando en sus programas habituales una información continua del accidente. Es de agradecer que no nos mostrasen imágenes de cadáveres quemados, pero estoy seguro que ha sido porque las autoridades lo han impedido, no porque las cadenas no hayan hecho todo lo posible para enseñarlos.

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Es el momento de rendir un caluroso homenaje a nuestros olímpicos. No por sus excelentes triunfos deportivos, que también, y que todos ustedes conocen, sino porque esta nueva generación de olímpicos han mostrado, están mostrando ante toda España, una categoría humana de primera categoría. Mientras atletas de otros países han despreciado la villa olímpica para alojarse en hoteles de muchas estrellas (la selección sueca de balonmano se dedicó a destruir una habitación de hotel, como si fueran estrellas del rock muy pasadas de rosca), nuestros olímpicos comparten la vida en la villa olímpica.

Rafa Nadal no sólo es medalla de oro y número uno mundial, sino que entre partido y partido, siempre que ha podido, no se ha perdido ninguna de las disciplinas de sus compañeros. Lo mejor es que nuestros olímpicos son unos superhéroes deportivos, pero unas personas profundamente humanas. Ahí están Virginia Ruano y Anabel Medina, nuestra estupenda pareja de tenistas que han contagiado y transmitido su alegría ante cámaras: "Mamá, una medalla!", gritaba ante las cámaras de TVE Anabel cuando la pareja acababa de lograr una medalla de plata. Y qué decir de las lágrimas. La de jóvenes olímpicos españoles a los que se les han llenado los ojos de lágrimas al entrar en el medallero, o al ver que tantos esfuerzos deportivos durante meses no alcanzaban para subir al podio. Valga como ejemplo la llorera de la entrañable ciclista Leire Olaberría al lograr su medalla de bronce. La generación olímpica española, capaz de servir de ejemplo al mundo y, en días duros como estos, de descubrir la ilusión por el futuro.