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Francia pierde a diez soldados en Afganistán

Una emboscada talibán en las cercanías de Kabul causa el mayor número de bajas galas desde su despliegue

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Si Afganistán llegó a estar controlada en algún momento tras la invasión estadounidense, es evidente que ya no lo está. Los talibanes no sólo dominan en los territorios rurales sino que están ya en las cercanías de Kabul. Quedó patente en la noche del lunes -madrugada de ayer en España- cuando una emboscada insurgente a las puertas de la capital acabó con la vida de diez soldados franceses integrados en las fuerzas de la OTAN coincidiendo con la celebración del Día de la Independencia.

Un convoy galo de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (Isaf, en sus siglas inglesas) fue atacado por más de un centenar de rebeldes en el distrito de Surobi, a unos sesenta kilómetros al este de Kabul y dentro de la provincia del mismo nombre. La patrulla quedó atrapada en una carretera cuando realizaba una misión conjunta con el Ejército afgano. Un inicial atentado suicida dio paso a un prolongado combate del que fueron víctimas una decena de paracaidistas de París y otra veintena más resultó herida. Sólo el apoyo aéreo y de las fuerzas de intervención rápida norteamericanas logró disolver varias horas más tarde a los talibanes, que, según fuentes del Gobierno, habrían sufrido una treintena de bajas.

El enfrentamiento con mayor número de bajas francesas desde su llegada al país asiático en 2002 provocó la inmediata reacción del Elíseo y el presidente, Nicolas Sarkozy, viajó anoche hacia Afganistán para asegurar a los soldados que «Francia está a su lado». «Hemos sido duramente golpeados en la lucha contra el terrorismo, pero nuestra determinación sigue intacta. Estamos resueltos a seguir con nuestra defensa de la democracia y la libertad. La causa es justa y defenderse es el honor de Francia y de nuestra Fuerzas Armadas», señaló Sarkozy a los pies del avión que le trasladó hasta Kabul.

El mandatario rindió homenajes a los soldados «atrapados en una emboscada de violencia extrema» y caídos cuando «cumplían con su deber hasta el sacrificio supremo», al tiempo que transmitió sus condolencias a sus allegados «en nombre de la nación francesa».

París cuenta con más de 3.000 miembros de su Ejército desplegados en Afganistán dentro de las fuerzas de la Isaf, 700 de ellos llegados este mismo verano. Ocupan principalmente las provincias de Kabul y Kapisa. Esta zona gozaba de una relativa tranquilidad hasta las últimas fechas, pero la situación ha sufrido un cambio radical, con un fuerte incremento de la presencia insurgente amparada en la población pashtún, que la ocupa principalmente y que es la que nutre de forma principal a los talibanes. Los tres embalses y sus respectivas centrales hidroeléctricas que abastecen de fluido a la capital son los objetivos más deseados. Las tropas galas habían sufrido hasta ayer catorce bajas en operaciones militares, atentados o accidentes.

A las puertas de Kabul

Los talibanes comienzan a penetrar en Kabul, algo que preocupa al mando estadounidense, cuyos soldados apenas pueden abandonar sus bases. Los rebeldes se han dado cuenta de que para que la insurgencia sea efectiva tiene que lograr incomodar a la capital y cada vez concentran más sus esfuerzos en las inmediaciones. Tratan de infundir incertidumbre con ataques a blancos como el sistema de transporte y las líneas de abastecimiento de electricidad y agua. Los terroristas controlan ya casi todo Afganistán.

Las más recientes estadísticas así lo demuestran. En lo que va de año, además de las bajas entre los militares locales y extranjeros, han matado a más de novecientos civiles y el número de incidentes violentos se ha incrementado un 50% en lo que va de verano, un período en el que la movilidad de los talibanes aumenta por la bonanza climatológica. Naciones Unidas alerta, además, de que su labor humanitaria se ve reducida al mínimo porque las misiones se han demostrado demasiado peligrosas.