JUEGOS. Omar cumplió su sueño de estar en Pekín. / AP
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El sirio de Móstoles ya es 'olímpico'

«Ya he sido olímpico», repetía feliz Omar Tayara, el penúltimo ayer en el triatlón, el único representante de Siria. El oro fue para un alemán inesperado, el tal Frodeno; la sonrisa más dorada, para Omar. «Olímpico», seguía. Y hablaba en un español perfecto. Sólo le traicionaba un cierto deje madrileño, de Móstoles concretamente. Su hogar.

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Omar Tayara es hijo de un emigrante sirio. De Tarek, un padre que vino a España porque el abuelo no quería perder a nadie más en la guerra. A Tarek le gustó Sevilla, que allí también hace calor. Se echó novia andaluza y luego acabó de médico en un geriátrico madrileño. Y no hubiera vuelto a Siria si no es por su hijo Omar, el triatleta de Móstoles.

Al chaval le tiró siempre el agua. Cuentan en su casa que con cinco años cruzó a nado y vestido el lago de la Casa de Campo. Acabó de nadador y, ya con 21 años, de triatleta. Sin hueco en la selección española, copada por Javier Gómez Noya e Iván Raña. Los mejores. Entonces hizo como su padre: la maleta. Y para Hong Kong se fue, la antigua colonia británica. Allí pagan a deportistas europeos si hacen de 'sparring' para los triatletas locales. Piernas de alquiler. Ganaba sólo para comer, pero sumaba puntos en el circuito asiático.

De vuelta a Siria

El eco de un tal Omar Tayara llegó a Siria. Allí es el apellido del ministro de Industria. Su tío, el hermano de su padre. Se interesaron por él. La puerta olímpica de Pekín se entreabrió. Había que arreglar el papeleo. Y fue Tarek, el padre del joven triatleta, el que había vivido 34 años sin girarse hacia Siria, el que viajó a Damasco, la capital del país.

Se presentó así en la casa que había dejado hace más de tres décadas, allá por 1964. «Hola, soy Tarek». El padre de Omar, del vecino de Móstoles, que ayer fue el triatleta sirio de la capital de China. «Olímpico».