INTRATABLE. He Wena vuela camino de un nuevo oro. / AFP
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La marcha imparable

China continúa arrasando en sus Juegos y, a falta de seis días, ya supera el número de medallas de oro de EEUU en Atenas'04

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Aunque ayer viviera un día triste por la retirada de Liu Xiang, China aclama estos días a sus héroes, a sus campeones olímpicos. Son el orgullo de un país que lleva camino de cumplir con matrícula de honor su gran objetivo nacional: liderar el medallero y desbancar por primera vez a Estados Unidos, dominador absoluto de los Juegos Olímpicos de la era moderna. El extraordinario récord de metales que alcanzaron los estadounidenses en Los Ángeles no corre ningún peligro. Aquellos 83 oros para un total de 174 medallas son una cifra irrepetible. Hoy por hoy, nadie puede aspirar siquiera a acercarse a ella. Aún así, la actuación de los chinos en sus Juegos sólo puede calificarse como deslumbrante.

Es cierto que se esperaba mucho de ellos. En la mentalidad occidental a esta gente se la considera capaz de cualquier cosa si se empeña mucho en ello. Las previsiones, sin embargo, se están superando con creces. Nadie hubiera dicho que, a falta de seis jornadas de competición, China ya habría batido su récord histórico de medallas olímpicas -las 63 que conquistó hace cuatro años en Atenas- y que sumaría 39 oros, casi el doble que Estados Unidos, cuya cifra de campeones en Atenas (36) fue superada ayer por los deportistas del país organizador.

La progresión de la República Popular se podría resumir del siguiente modo. En los deportes en los que era una potencia ha pasado de ganar muchas medallas a ganarlas casi todas. Su superioridad es apabullante. Arrasan. Y en las disciplinas en las que eran buenos sin más, pues se han convertido en una potencia. Su única gran laguna la tienen en el atletismo, el deporte rey. Hasta ayer, sólo habían pisado una vez el podio gracias al tercer puesto de Zhou Chunxiu en la maratón femenina y es probable que no vuelvan a pisarlo después de lo sucedido con Liu Xiang, cuyo duelo con Dayron Robles en los 110 vallas estaba destinado a ser uno de los grandes momentos de Pekín 2008. No hablaban ayer por estos lares de otra cosa que de la mala suerte de su gran ídolo, el único atleta del país -los otros cuatro que lo han conseguido son mujeres- capaz de ganar un oro olímpico.

Tampoco en natación, el otro gran deporte de los Juegos, ha conseguido China acercarse a los mejores, aunque con sus resultados -un oro, tres platas y dos bronces- otros países estarían tirando cohetes. Los pobres no tienen piscinas. En buena parte del resto del programa, lo del equipo chino está siendo memorable. Es cierto que hay algunas especialidades que todavía se les resisten. En 9 de los 38 deportes olímpicos nunca habían conseguido una medalla. Hablamos del béisbol, el voley-playa, la bicicleta de montaña, el ciclismo en ruta, la equitación, la gimnasia rítmica, el hockey, la natación sincronizada o el triatlón. En otros, como la vela, el boxeo, el piragüismo o la lucha también son débiles. Pero puede que sólo sea cuestión de tiempo. Todo se andará.