HISTORIA. Varios supervivientes de la explosión, ayer frente al monumento dedicado a las víctimas./ MIGUEL GÓMEZ
CÁDIZ

Los que sobrevivieron a la historia

El Ayuntamiento rinde homenaje a las víctimas de la explosión que sufrió la ciudad en 1947 en su 61 aniversario

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Cádiz volvió ayer a rememorar uno de los episodios más trágicos de la historia de la ciudad. La explosión de 1947 estuvo presente en la cabeza de muchos, sobre todo, de los supervivientes y de quienes perdieron a sus familiares en el accidente, con motivo de su 61 aniversario. Tal día como hoy de 1947, Isabel y Mercedes, compartieron el mismo terror. Estaban en casa cuando los cristales saltaron por los aires y sus vidas cambiaron. Isabel tenía seis años pero recuerda cómo una luz entró por la ventana tras un gran estruendo. «Perdí el conocimiento y estuve a punto de morir porque se me hizo un boquete en la garganta y heridas por todo el cuerpo», afirma mientras enseña las señales sobre su cuerpo. Mercedes salió ilesa de la explosión, aunque quedó enterrada bajo los escombros de su casa durante horas. Finalmente, le trasladaron a la playa, donde dice que «había más gente que en las barbacoas del Trofeo».

Desde el otro lado lo vivió Julio Almeida, un gaditano de 80 años que por entonces se encontraba realizando el servicio militar en el cuartel de Instrucción de la Marina de San Fernando. «Estábamos comiendo cuando notamos el estruendo y nos trasladaron a Cádiz para ayudar a las víctimas», narra Julio. Sin embargo, todos los recuerdos que pasan por su cabeza están relacionados con el dolor y el sufrimiento de las víctimas. «Aquí al lado había una casa cuna y no puedo olvidar la cantidad de niños muertos que había, la mayoría de ellos en sus cunas», asegura. Julio no fue condecorado por ello, y por eso, agradece el gesto del Ayuntamiento y del Instituto Hidrográfico de rendir un homenaje a todos los que sufrieron este trágico accidente.

Federico Fernández-Llébrez Muñoz es uno de los supervivientes de mayor edad. Tiene 88 años y perdió a numerosos familiares a causa de la explosión. Federico no lo vivió porque se encontraba realizando el servicio militar en Ferrol y tuvo que seguir los acontecimientos desde la distancia, con el sufrimiento de haber perdido a muchos seres queridos. Según el superviviente, «mi hermano fue una de las víctimas. Lo encontraron dos días después, y tuvo que ser mi otro hermano quien fue a buscarlo, ya que se encontraba en un edificio en ruina y nadie se atrevía a subir. Murió aplastado por una viga».

Son historias con nombres propios que se han convertido hoy en día en recuerdos que se concentran en los libros de historia. Isabel, Mercedes, Julio o Federico son protagonistas de una historia que, aunque no puede cambiarse, debe ser recordada por la ciudad. Al fin y al cabo, son también parte de su historia más negra.

nagrafojo@lavozdigital.es