CALLE PORVERA

Cuestión de valor

Nunca me gustó ver películas de Tiburón en verano y de sentimiento navideño en diciembre. El cine, como la lectura, tiene la virtud de sacarte del mundo real y llevarte, aunque sea, a otra época del año o a otros espacios menos cotidianos.

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Así que, ahora que la gran mayoría ya hemos cumplido con un buen número de horas en la playa, no está nada mal adentrarse en la vida de un cortijo alpujarreño con Entre limones, de Chris Stewart, y variar de paisaje. He de decir que no suelo tener muchas expectativas ante los títulos que arrastran aura de éxito por anticipado pero me ha sorprendido gratamente por su sencillez y ternura.

Quizás, desde este lado, lo más interesante es el retrato de las gentes del lugar, cómo viven y se enfrentan a los problemas e incluso lo que comen. La descripción de una tradicional matanza de cerdos presenciada por primera vez por un matrimonio inglés no tiene desperdicio. Su afán por adaptarse a una nueva forma de vida en la sierra granadina es encomiable y si les parece fácil piensen en cómo pasarían sus primeros meses en una granja británica sin que fuera deje de llover.

Para vivir experiencias como la de la familia Stewart hace falta el valor de querer cambiar las cosas, romper con todo lo anterior y empezar de cero, sin más apoyo que una voluntad inquebrantable, aunque uno intente seguir desayunando muesli en su nueva vida mientras que los lugareños la dan a las papas a lo pobre y al vino.

Aunque en Entre limones no se describan muchos sinsabores, seguro que los hubo y más de una vez tendrían la tentación de regresar a su pasado. Que yo sepa, los Stewart siguen allí, echándole valor para cumplir su sueño.