TALENTO. Torres disputará sus quintos Juegos. / AFP
NATACIÓN

Nadadora de ida y vuelta

Dara Torres, con 41 años, afronta sus quintos Juegos tras debutar en Los Angeles'84

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Relajada, Dara habla con un miembro de la expedición norteamericana de natación mientras estira sus brazos en el cochecito que debe transportarla del Cubo de Agua al centro de prensa (MPC). Bromea con su colega y espera pacientemente que llegue su compañero de viaje, que se hace esperar. Es Michael Phelps, que ve reducida su marcha ante la nube de cámaras y periodistas que avasallan al hombre de Pekín. Con 41 años, Dara Torres podría ser su madre. Hay 18 años de diferencia entre ambos, pero tan estrella es uno como otra.

Phelps es dios es en Estados Unidos y Dara la madre coraje que enorgullece a la patria yanqui. Ganó la primera de sus nueve medallas olímpicas en los Juegos de 1984, en Los Ángeles, cuando formó parte del relevo de 4x100 metros libres y la de Pekín será su quinta presencia olímpica. No tiene más secreto que el trabajo y el sacrificio, nada de pactos con el diablo.

Barcelona y Sydney

Su matrimonio con la natación tiene idas y venidas, las mismas que su vida sentimental. Abandonó la piscina por primera vez en 1989, pero resucitó el cosquilleo por el agua y en Barcelona regresó a lo grande con un oro en el relevo. Creyó que con eso bastaba y se jubiló.

Pasó a hacer vida normal, olvidando los madrugones y el olor a cloro, recuperando las horas libres que se le esfumaron cuando sólo era una adolescente. Pero un amigo le convenció para que lo volviera a intentar, recordando su talento innato y lo que significaba cada una de sus brazadas a la gloria. Dara no lo pudo evitar y ocho años después de su segundo abandono se colgó cinco medallas en Sydney, dos oros en relevos y tres bronces individuales. Contaba entonces 33 primaveras, edad casi caduca para la natación. Torres sintió la llamada de la maternidad y quedó embarazada en 2005, lo que le condenaba a dejar la competición.

Pero lo dejó a medias y durante todo ese tiempo nadaba tres o cuatro veces por semana para mantener la forma. Nunca lo dejó del todo y, una vez más, regresó a lo grande con el pasaporte para sus quintos Juegos. Y en medio, dos matrimonios frustrados y un tercero que parece que va viento en popa.