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Una atracción fatal

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n otoño, Oiarzábal volverá a tocar el cielo. «Al final no será en el Cho Oyu porque, como consecuencia de la política china hacia el Tibet y para evitar más problemas de los que ya ha habido ante los Juegos Olímpicos, está cerrada para el personal nepalí -nacionalidad de la que son nuestros sherpas y cocineros-, lo que nos ha obligado a cancelarla. Así que me voy al Masnalu (Nepal, 8.163 metros), cumbre que ya coroné en 1997». Esta nueva aventura empezará tres meses después de que lograra su vigésimo segundo «ochomil», el pasado 10 de mayo, cuando hacia las cinco y media de la mañana pisaba la cumbre del Makalu (8.463 metros). De aquello, Juanito regresó a España con principio de congelación en los muñones de ambos pies. ¿Será el Masnalu el broche final a esta épica carrera de «ochomiles»? «No sé, no sé... Eso ya lo he anunciado varias veces. Es que se me calienta la boca y luego al final, ¿pues no sé lo que voy a hacer! Pero probablemente, sólo probablemente, este sea mi último ochomil». ¿Qué tendrá la montaña, que no le da tregua? «Pues eso digo yo, qué tendrá que te engancha así».