PONENTE. Langham participó ayer en el ciclo estival de la APC. / MIGUEL GÓMEZ
SCOTT LANGAHM DIRECTOR DE LA COMISIÓN DE QUEJAS DE LA PRENSA BRITÁNICA

«La prensa ha vuelto a suspender en el trato del 'Caso Madeleine'»

El responsable de la oficina que gestiona 4.500 reclamaciones al año de afectados por inexactitudes y abusos de los medios participó ayer en un debate en Cádiz

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Los desmanes de la prensa amarilla británica a finales de los 80 obligaron al Gobierno a tomar medidas drásticas, con proyecto de reforma de Ley incluído. Los periodistas, puestos en la tesitura de autoregularse antes de que los regularan, aceptaron como norma el Código de Ética de la BBC y, posterioremente, habilitaron la Comisión de Quejas, un organismo que gestiona en 35 días laborables, de forma gratuita, las reclamaciones que cualquier afectado por las inexactitudes o abusos de los medios necesite cursar. Scott Langham, director de la institución, participó ayer en el ciclo Prensa en la Calle que organiza la APC y que, en su edición 2008, está dedicado la autocrítica.

-¿Tan mal estaban las cosas en la prensa británica de los 80 como para obligar al sector a autoregularse?

-Peor. Muchos periodistas tomaron el exceso por norma y se temía una reacción del Gobierno. Existía un Consejo de la Prensa desde 1953, pero no funcionaba. Los políticos estaban hartos de las inexactitudes, abusos e intromisiones constantes en la intimidad de las personas. Se veía venir una ley de regulación. Entonces surgió la idea de crear un código de normas escrito por los propios redactores y por los editores. Y nació la Comisión.

-¿Por qué en España no existe nada parecido?

-Cada país tiene su cultura, su idiosincrasia. En los países escandinavos existen organismos similares desde 1920. Es difícil de explicar.

-¿Diría que en España los medios se equivocan menos, o son más respetuosos que los ingleses?

-Tiene más que ver con los hábitos lectores y de consumo de los españoles y de los ingleses. En mi país The Sun vende 3,5 millones de periódicos y lo leen diez millones de personas. Lo que dice The Sun o The Dayly Mirrow llega de una forma a la población que... Aquí no hay nada parecido. Allí, entonces, se hizo necesario.

-¿Por qué en una sociedad tan estricta como la británica la prensa amarilla tiene tanta aceptación y en España no se ha consolidado ninguna cabecera de ese tipo?

-Los tabloides, allí, son una tradición, forman parte del paisaje periodístico desde hace muchos años. Ahora tienen que cambiar. Aquí no existían ese tipo de cabeceras y, por lo tanto, no hay un público habituado.

-¿La muerte de Lady Di supuso, en la práctica, un antes y un después para la prensa?

-Sí, no cabe duda. Esas prácticas de acoso, de intimidación, de seguir a la gente a todas partes, de violar impunemente su intimidad, ya no son tan agresivas. Siguen existiendo paparazzis, pero cuidan más las formas.

-Sin embargo, en el más reciente Caso Madeleine los periódicos han vuelto a generar polémica por su tratamiento de la noticia. ¿La prensa ha vuelto a suspender?

-Es un asunto muy espinoso. Los padres denunciaron. Nosotros los ayudamos. Cuatro cabeceras han tenido que pagarles medio millón de libras. La justicia ha fallado en este sentido, así que, desde esta perspectiva, la prensa ha suspedido. Pero ha sido una cosa muy excepcional.

-¿Las opciones son autoregularnos o que nos regulen?

-El Código lo que hace es acentuar su responsabilidad, porque los periodistas siguen estando bajo la misma ley que todos los demás. Es un doble sistema.

-Tienen más de 4.500 quejas al año. ¿Qué es lo más sangrante que ha visto publicar a un periódico?

-El 60% de las quejas que recibimos son por inexactitudes, por mezclar opinión e información. Un 25% tratan sobre intromisión en la intimidad o acoso. Lo último grave en lo que hemos tenido que intervenir es en el tratamiento de los suicidios. Se da un fenómeno de copia muy peligroso. Hemos pedido a los medios que no den detalles sobre las formas en la que la gente se quita la vida.

-Intenet brinda la posibilidad a cualquiera, desde el anonimato, de insultar, propagar rumores, noticias falsas... Blogs, comentarios en los mismos portales de los medios... El periodismo ciudadano parte de la buena voluntad de los informantes. ¿Cómo se regula eso?

-Es el reto actual. Partimos de que cualquier mentira, inexactitud o abuso es responsabilidad del editor del medio, sea escrito o digital. Sea un periódico o un blog. Sea una noticia o un simple comentario. dperez@lavozdigital.es