Los fans ocuparon desde primera hora la playa para coger sitio

Era bien temprano, tanto que el sol todavía no había empezado a apretar, y en la playa de La Victoria de Cádiz había tanto trasiego que parecía que se habían adelantado las barbacoas del Carranza. Pero la razón de tanta sombrilla tempranera y de tanto adolescente inquieto a esas horas no era otra que el huracán Operación Triunfo estaba a punto de azotar.

«Cuando me enteré que venían hace un mes y medio me volví loco», confesaba Jose Mari que había cogido el tren en Jerez a las seis de la mañana para estar en la playa a las siete. Junto al resto de sus amigos –todos fans «a muerte» de OT– se habían posicionado (como si estuvieran jugando al Risk) al lado de la valla que les separaba de un gran escenario donde los obreros todavía trabajaban para tener todo a punto. Isabel y Ale llegaban de San Fernando y entre baños, bocadillos, y risas pasaban los minutos que les separaban de sus ídolos. «A mí me gustan Chipper y Anabel», decía uno. «¡Qué dices, es mucho mejor Pablo!», discutían como verdaderos entendidos.

«A mí no me gusta el programa, yo vengo por el cachondeo», confesaba otra de las supuestas fans. En la otra sombrilla, Fabiola, Bea, Ana, Paula y Javi se pintaban la cara con el nombre de sus favoritos. «Ayer fuimos al Mercadona por provisiones», afirmaban mientras colocaban sobre su campamento una pancarta en la que se podía leer: «Las anti-Ristos». Así iban pasando los minutos, para ellos horas, de que por fin llegara el momento con el que llevaban meses soñando.

Pocos padres se veían en escena. «Dicen que estamos locos pero nos dejan venir porque ven que estar aquí no tiene nada de malo», explicaba una de ellas. «Ahora quizá venga a traerme un bocadillo».