JUZGADOS. El furgón que traía a los detenidos desde Puerto III entra en los juzgados. / ANTONIO VÁZQUEZ
Ciudadanos

El fiscal pide la libertad condicional para una implicada en el secuestro de Ávila

Cuatro de los nueve detenidos comparecieron ante el juez instructor y descargaron las culpas en el supuesto ideólogo, Rodríguez Pueyo, y su hijo

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El juez del nº 4 de Sanlúcar resolverá hoy los recursos para modificar los autos de prisión incondicional planteados por las defensas de cuatro de los nueve detenidos por el secuestro del empresario Rafael Ávila Tirado, después de una comparecencia celebrada ayer que también sirvió para que estos implicados volvieran a declarar ante la autoridad judicial. Si bien los cuatro que testificaron era la primera vez que lo hacían en Sanlúcar porque fueron puestos a disposición judicial, días después de los arrestos, en los juzgados de guardia de las localidades donde fueron apresados: La Palma del Condado (Huelva), que es el partido judicial de Almonte donde permaneció retenida la víctima, y Madrid.

Los abogados de Raúl Brey, José Antonio Giles y de los hermanos Hidalgo García (Vanesa y José Antonio) solicitaron la puesta en libertad condicional de sus clientes, recluidos en Puerto III. Pero todos los recursos, a excepción del concerniente a Vanesa Hidalgo, no fueron respaldados por la Fiscalía. El Ministerio Público, en cambio, sí propuso al juez la modificación sustancial de las medidas cautelares de la joven sin necesidad de pagar fianza. La acusación particular se opuso a ese cambio.

Lazos familiares

La jornada de ayer también sirvió para conocer detalles de un caso en el que se evidencia muy poca profesionalidad de los captores -si se les compara con las bandas especializadas en secuestros-, unas extrañas relaciones personales que ligaban a algunos detenidos y cómo las culpas están recayendo en dos figuras: el supuesto cabecilla, Luis Miguel Rodríguez Pueyo, y su hijo Miguel Rodríguez Souza.

Como aperitivo de lo que iban a dar de sí las declaraciones de los cuatro detenidos, este periódico pudo confirmar por fuentes directas del caso que Miguel Rodríguez Souza es hijo y no sobrino del cabecilla como se ha venido divulgando. En las conversaciones que grabó la Policía, éste se refiere siempre a su progenitor como «tío».

Sin embargo su lazo familiar es otro. A enredar aún más esta maraña ayudó que Rodríguez Pueyo utilizara durante años el carné de identidad de un hermano suyo ya fallecido. Vanesa Hidalgo sí reconoció ayer que llevó a su ex pareja, Miguel Rodríguez, en coche hasta una cabina de teléfonos de Madrid, donde éste realizó una llamada a la familia de la víctima.

Esa escena fue captada por la Policía, que ya les seguía los talones. Sin embargo, la joven aseguró que no sabía el contenido ni el motivo de la llamada puesto que ella se quedó en el automóvil. Sí sabía que su ex pareja estaba urdiendo el secuestro de alguien porque alardeaba de ello entre sus conocidos ya que esperaba hacerse con una fortuna. Pero que no recurrió a la Policía por miedo al padre de su hija pequeña.

Su defensa aportó una carta que le escribió Miguel Rodríguez desde la cárcel en la que le amenazaba porque sentía celos de la nueva pareja de Vanesa. Esa misiva, que no hace mención al secuestro, pretende ser una prueba del carácter agresivo de Rodríguez Souza.

Raúl Brey, cuyo parentesco con el líder del PP, Mariano Rajoy (es primo suyo) le situó en el centro del interés mediático, es el propietario del chalé de Almonte donde estuvo retenido Rafael Ávila después de haber sido trasladado desde otro punto de la provincia gaditana cuando los secuestradores temieron ser detenidos. Y al igual que Vanesa Hidalgo apeló al miedo para justificar el por qué no había recurrido a la Policía cuando supo que había una persona retenida en su finca. Según su declaración de ayer, Rodríguez Pueyo le pidió prestado por unos días el inmueble pero sin decirle para qué fines. Un día se acercó a la parcela y descubrió a Rafael Ávila maniatado. Pero optó por callarse porque el conocido estafador le debe dinero y temía que fuera a por él si lo delataba.

stubio@lavozdigital.es