Crisis atenuada

a decisión por una exigua minoría del Tribunal Constitucional de Turquía de rechazar la demanda de ilegalización del partido AKP, que sostiene al Gobierno de Recip Tayyid Erdogán, ha salvado 'in extremis' al sistema democrático de una crisis de consecuencias muy gravosas tanto para la estabilidad interna del país como para el equilibrio regional y las perspectivas de una futura integración del mismo en la UE. La ilegalización del partido al que en las últimas elecciones apoyó el 46% de los votantes hubiera convulsionado un Estado que tiene abierta una guerra contra los kurdos en territorio iraquí y una sociedad en que la tensión entre islamistas y laicistas divide y enfrenta a las instituciones más representativas. Los jueces no han suspendido al partido en el poder, pero sí le han impuesto sanciones económicas por vulnerar supuestamente los principios del republicanismo secular, lo que atenúa la crisis pero no solventa las dificultades para una convivencia fluida, respetuosa y normalizada.