ESTRELLA MORENTE CANTAORA

«Desde el principio quise separar mi carrera de la de mi padre»

La artista granadina está «muy ilusionada y orgullosa» de inaugurar esta noche, junto a Dulce Pontes, el deseado Castillo de San Sebastián como escenario musical

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Estrella Morente cuenta que cuando dijo en casa «quiero ser cantaora» su padre le miró y respiró hondo. Sabía de qué hablaba la niña y de todo lo que le quedaba por delante. «Vale, pero que sepas que no vas a dejar una carrera sino que vas a empezar otra mucho más larga», le dijo. Y Estrella se lo tomó a pecho. Con tan sólo 26 años, dos hijos y tres discos, la granadina está considerada una de las mejores voces femeninas del nuevo flamenco. Hace poco presentaba su último disco Mujeres, un trabajo donde ha saldado una deuda con todas aquellas artistas que durante su vida le han dejado huella. Ahora, llega a Cádiz de la mano de otra mujer, de otra voz inconfundible, la de Dulce Pontes. Ambas inauguran esta noche el ciclo de Conciertos para la Libertad que, por primera vez en su historia, abren al público y al arte el Castillo de San Sebastián.

-¿Qué le parece inaugurar un ciclo musical que abre el simbólico Castillo de San Sebastián de La Caleta para la música y la cultura?

-Imagínate cómo puede ser eso donde los muros y el agua seguramente nos transporten a la historia y a lo que queremos contar al público. Nosotros queremos transmitir con este espectáculo la unión de dos pueblos: el español y el portugués que siempre han sido vecinos. Se dividieron por cuestiones políticas ajenas a la música y al arte y gracias a él ahora podemos comprobar que somos iguales y pertenecemos y nos bañamos en el mismo agua. Cantar en este caso al lado de ese agua, en Cádiz y en el Castillo de Santa Sebastián, será inolvidable.

-¿Qué ofrece 'Dulce Estrella', dos voces diferentes en dos lenguas distintas y que mezclan las culturas del flamenco y el fado?

-Vamos a hacer un concierto en el que la mayoría del tiempo estaremos las dos juntas encima del escenario. Nos separaremos para recordar de donde venimos, una del flamenco y otra del fado más puro. Pero nos permitimos pasear juntas por la música sin temor: pasamos por Marruecos, Cuba, por la salsa, la bossa nova y eso es importante. No quedarse sólo en tu estilo sino darte la oportunidad de recorrer otros caminos. Más que mezcladas o revueltas, vamos a cantar unidas, de la mano. Será una historia compartida con la que disfrutar encima de un escenario.

-Tiene 26 años, tres discos de éxito, toda una carrera por delante, y está considerada una de las mejores voces femeninas del nuevo flamenco, ¿cuándo piensa lo que está consiguiendo que sensación tiene?

-Bueno, si te digo la verdad ahora lo único que se me viene a la mente es que he dejado a mis niños en casa, aunque he intentado que vinieran la mayoría de la gira conmigo. Me es muy difícil separarme de los míos. Es lo que más me duele si me paro a pensar. No tengo tiempo para plantearme si es pronto o tarde para trabajar. Para eso, es mejor no quedarse con las horas que echas sino con lo que te gusta lo que haces.

-¿Y cómo ha sido su niñez al lado de un grande del flamenco, su padre Enrique Morente?

--Bueno, vivir bajo la genialidad tan grande y tan profunda de Enrique Morente es difícil de valorar. Cada frase o cada gesto suyo es una enseñanza. No te imaginas cómo es como ser humano. Nada más que tienes que preguntarle a la gente que le conoce y te hablará de alguien irrepetible. Y como profesional, pues ya ves... ha roto los moldes del arte y de la música. Siempre ha abanicado la libertad algo que vamos a recordar en este festival.

La hija de Enrique

-¿Y cuando le dijo «papá quiero ser artista», fue una ayuda o le ha pesado la etiqueta de hija?

-Bueno, como a él nunca le han gustado las etiquetas, desde el principio quisimos separar claramente las dos carreras. Siempre me inculcó que tenía que dedicarme a mis estudios. Cuando terminé mi formación y le miré a los ojos, le dije: «Yo quiero ser cantaora y dejar los estudios», y me dijo: «Bueno, tu no vas a dejar la carrera, tu lo que vas a coger otra mucho más larga que las demás». Sólo me pidió que me lo tomara con la seriedad y con la profesionalidad que se merece.

-De niña dicen que se pasaba ho-ras escribiendo poesía, ¿conserva esa pasión literaria?

-Claro. En mi casa, la literatura y el amor a las palabras siempre ha estado muy presente. Recuerdo que siempre tenía que recoger mis libros de la mesita de noche de mi padre.

En boca de Penélope

-¿Cómo fue ese momento en el que vio una de sus canciones interpretada por Penélope Cruz en 'Volver' de Pedro Almodóvar?

-Bueno, pues fue una experiencia fantástica, muy bonita y diferente. Pedro, que es muy amigo de mi padre, sabía que yo era una gran aficionada al tango. Fue todo muy rápido, pero lo recuerdo como algo, también, muy divertido. Pedro estuvo todo el momento en el estudio de grabación con Penélope y se metieron en la cabina para explicarme cómo iba a ser la escena en la que se escucharía mi canción. Penélope entró a observar mis gestos. Salió a la primera. Fue algo muy bonito poder formar parte de un trabajo tan importante de un director tan genial como es él.

-También, con esa colaboración, habrá mucha gente que se haya preguntado de quién era esa voz.

-Sí. Me parece divertido ese juego entre las dos. Creo que Penélope hizo un trabajo maravilloso. Muy creíble. Siempre he visto en ella una persona muy trabajadora y muy luchadora.

-¿Qué le supone actuar en Cádiz, tierra de grandes cantaores?

-Hombre, para mí Cádiz es muy especial. Mi padre me ha llevado allí desde pequeñita, me ha enseñado sus playas, he comido sus acedías y hasta he visto al Niño de los Rizos en el barrio de La Viña, el último guitarrista que le tocó a la Niña de los Peines en vida. Allí, he podido escuchar a amigos como Rebujina, Rancapino, y Beni de Cádiz. También he visto toros en El Puerto. No se puede pedir más. Estoy muy contenta de volver.

malmagro@lavozdigital.es