PRUEBA. Los padres muestran un escrito en el que denunciaban el «acoso» sufrido por su hijo. / J. C. C.
Jerez

«Mi hijo ha estado indefenso, lo que querían era quitarlo de en medio»

Los padres del menor acusado de agresión en el IES Bonald lo defienden Aseguran que fue el joven el golpeado y acusan al director de acosarlo

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Ha pasado casi un año desde que el director del IES Caballero Bonald, Carlos Suárez, y un policía denunciaron a un ex alumno del centro por agresión, y aunque el pasado mes de marzo se llegó a un acuerdo que evitó la celebración del juicio, las heridas continúan abiertas. Los padres del chico, que cumplirá pronto 18 años, han querido que transcurra algún tiempo para que se calmen los ánimos antes de ofrecer su versión de los hechos, asesorados también por un letrado.

Ahora, y movidos por una situación que consideran injusta, han decidido hablar abiertamente con el fin de que la opinión pública conozca «su verdad» y se repare en alguna medida la imagen que se haya podido aportar de su hijo. Aunque el incidente se produjo a principios de septiembre, los progenitores explican que, para comprender lo sucedido, hay que remontarse a un año y medio antes, cuando el menor decidió abandonar el instituto, por el «acoso» que según sus padres padecía el adolescente.

«Lo retiramos del instituto antes de cumplir los 16 porque el director lo tenía humillado. Él no tenía motivación para estudiar, pero allí lo desmotivaron aún más. El niño incluso nos lo pidió por favor, porque no paraba de provocarlo. Hasta lo llevamos al psiquiatra, porque cada vez que tenía que ir a clase se ponía malo». De esta forma, el chico abandonó los estudios y comenzó una andadura profesional con ciertos altibajos, un periodo que sus padres reconocen resultó bastante problemático para él.

«El día que ocurrió la supuesta agresión, mi hijo se levantó con los cables cruzados y se fue para el instituto, a pedirle explicaciones al director de por qué le había arruinado la vida. Lo hizo de malas maneras, y desde luego no estamos de acuerdo con eso, pero no puede justificarse lo que pasó. Un policía de paisano que fue a matricular a su hijo se metió en medio y agredió al mío, y luego encima lo denunció por agresión».

La pareja asegura que el adolescente fue golpeado por el agente y no al revés, como afirman áquel y el director del centro. Además, insisten en que varios testigos de los hechos lo corroboran, y que incluso se presentaron a testificar a su favor el día del juicio, que finalmente no se celebró gracias al acuerdo. Los progenitores optaron por esta solución por «evitar el trago al niño y a los testigos», y recuerdan con amargura aquel día en el que se presentaron quince docentes en los juzgados a arropar a Suárez, movidos por un «corporativismo» que no terminan de comprender.

En lo que se refiere al acuerdo, incluía nueve meses de internamiento para el joven en régimen semiabierto por resistencia a la autoridad y ciertos problemas de comportamiento. No obstante, los padres quieren aclarar que «nuestro hijo no es agresivo y los testigos que lo presenciaron todo lo saben, los dos señores mintieron, el policía porque quería hacerse el héroe y el otro porque le tenía manía. Mi hijo ha estado indefenso, lo que querían era quitarlo de en medio desde el principio».

Según su versión, todo se fundamenta en discrepancias surgidas en las reuniones de padres, a las que asistían con asiduidad pero en las que no se mostraban de acuerdo con los docentes en muchos aspectos, y en especial con el director. En la actualidad, el joven se encuentra cumpliendo lo impuesto por el juez en un centro de menores, y sus padres afirman orgullosos que la experiencia le está enriqueciendo y haciéndole madurar más deprisa.

Por ello, y como tras la tempestad llega la calma, han querido salir a la palestra sin ánimo de crear más polémica, sino sólo para «salvaguardar nuestra dignidad y asegurar que se trató de un hecho puntual, pero que nuestro hijo no es ningún delincuente». A pesar de lo sufrido este tiempo, se muestran tranquilos y cuando observan al chico no pueden evitar pensar aquello de que no hay mal que por bien no venga.