LEGIONES. Desde Cartagena, los soldados del imperio tomaron el centro de Cádiz. / NURIA REINA
Cultura

Más de 50.000 personas pasaron por el mercadillo romano de El Pópulo

La organización ya tiene puestas las miras en la próxima edición, en la que esperan ampliar los días del evento y el programa de actividades paralelas

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Más de 50.000 personas cambiaron de época gracias a la peculiar máquina del tiempo que Monumentos Alavista instaló en el corazón de El Pópulo. Al ritmo marcial que marcaron las Legiones Romanas de Cartagena, por los tenderetes de esa Gades atemporal ha pasado un vulgo deseoso de disfrutar de chacinas milenarias, incienso, perfumes y piezas de alfarería de cuando Cádiz formaba parte del primer Imperio de la Historia. Y esa puerta al pasado tendrá que volver a abrirse, según los espectaculares resultados de la iniciativa.

La Casa del Obispo, centro de ese circunstancial parque temático, registró el sábado su récord absoluto de visitas: 1623 personas. En la Plaza de la Catedral, el mismo día, otras 8.000 disfrutaron del pasacalles. Entre Fray Félix y las escalinatas del templo, el barrio era un hervidero de turistas y curiosos. Los comerciantes hicieron su agosto en julio con hierbas medicinales, túnicas, mermeladas ecológicas y reproducciones de algunos de los iconos más reconocibles del imaginario imperial. Los mileuristas fueron, durante unos días, mildenaristas, porque la moneda de la Unión Europea se sustituyó por la de aquella otra Europa unida a golpe de calzada. Quien superó los 30 denarios en gasto, se ganó el derecho a pasear por las entrañas de la Casa del Obispo iluminado por la brasa primitiva de una lucerna. «El Pópulo sólo se ha visto en una de estas en Carnaval o Semana Santa, con lo que creo que estamos sentando las bases de la que puede ser una actividad fundamental en el futuro, tanto desde el punto de vista turístico como comercial y de la divulgación histórica», apunta Germán Garbarino, promotor de la iniciativa.

El Teatro Romano recuperó parte de su antiguo esplendor de la mano de las rutas teatralizadas. Insuperable como primera experiencia. Coronas de laurel para los que alumbraron la idea.