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La fuerza de la imagen

La sociedad moderna, la sociedad del conocimiento y de la información, cada vez atribuye más importancia a la imagen. Sin una buena imagen bien publicitada no se va a ninguna parte. Las empresas, con independencia de su tamaño, saben bien que para proyectarse en este mundo competitivo de la economía de mercado, e incluso para subsistir, necesitan contar con una imagen fácilmente identificable por los consumidores. La imagen, que a veces se superpone a la realidad, se convierte en un medio coadyuvante para conquistar el poder económico o el político.

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En política, los asesores de imagen desarrollan un papel de relevancia aunque en ocasiones cometen errores de bulto. En la vieja democracia americana prestan sus servicios, desde hace muchos años, a los candidatos presidenciables En Europa, cualquier partido que se precie dispone de estos profesionales durante los períodos electorales .Ya nuestros tatarabuelos tenían conciencia del valor de la imagen cuando sostenían que el rey no solamente debe ser bueno sino también parecerlo. Hasta los romanos nos recuerdan que la mujer del Cesar tiene que ser honesta y además aparentarlo.

Hay políticos, como Zapatero, que no necesitan rodearse de expertos para imprimir, de cara a la opinión pública, un sello determinado a su modo de gobernar. Esta claro que Zapatero no ignora que una buena imagen vale más que mil palabras. La foto de la nueva ministra de Defensa pasando revista a la tropa, embarazada de varios meses, ha dado la vuelta al mundo. La imagen, única, habla por si sola. Según las encuestas del CIS del pasado abril, Carme Chacón, con 5.73 puntos, es la mejor valorada por los encuestados de entre todos los ministros; por encima del propio Presidente que sólo obtiene un 5.58. Sin embargo, un año antes, las encuestas no le conceden ni siquiera el aprobado. Ello a pesar de haber sido ministra de la Vivienda, vicepresidenta del Congreso y diputada durante varias legislaturas. Es un dato para meditar. Por su parte, nuestra joven ministra de Igualdad, en esas mismas encuestas del 2008, alcanza también una puntuación superior a las de otros ministros o ministras más veteranos en el ejercicio del cargo.

Ambos supuestos, como otros similares, invitan a la reflexión porque si bien, desde la perspectiva de la imagen, la designación de las ministras constituye todo un acierto de Zapatero, confirmado más tarde por las encuestas, desde otro punto de vista pueden generar desorientación. Es evidente que los encuestados no se hallan en condiciones de valorar una gestión, prácticamente inexistente, por la sencilla razón de que las ministras acaban de tomar posesión de sus respectivos cargos. En realidad los encuestados se pronuncian sobre una imagen que les parece positiva, pero nada más. Hasta que no pase algún tiempo no se podrá comprobar si la imagen que ahora se percibe de las ministras se puede relacionar o no con una buena gestión. Entonces será el momento de efectuar la valoración que corresponda.