AL AIRE LIBRE

Seseña

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o sé qué tiene el verano que alienta la emergencia de casos de corrupción. Ignoro si en ello existe algún buscado componente psicológico, que busca estas fechas para mitigar debido al calor las posibles reacciones. Marbella estalló en verano y llegando el calor se descubrieron Coslada y Estepona. También en estos días nos enteramos de que un ex alcalde de Sanlúcar reconoce que no fue todo lo honrado que debiera. Ahora le toca el turno a Seseña, y su alcalde queda en entredicho con El Pocero. El caso ha emergido con la misma sorpresa y rotundidad con la que emerge la ciudad en medio de la nada que ha construido Paco Hernando. Si usted va hacia Madrid o Segovia y se desvía por una de las radiales, concretamente la R-4, la sorpresa que le espera le hará exclamar el típico taco. En la sequedad inmensa del páramo toledano, y casi sin previo aviso, surge como un buque fantasma o una aparición urbanística la ciudad de Seseña. Bloques inmensos, grúas, calles, verjas y jardines y la inmensa soledad de una construcción en la que no parece vivir nadie. Las pocas personas que pueden divisarse semejan deportados en una cárcel ya vacía, últimos prisioneros del boom urbanístico. En realidad parece que los compradores de aquello lo hicieron para invertir, y ahora tendrán que vérselas con la crisis. Y los pocos que viven en una tranquilidad de cementerio confirman su cotidiana soledad, consolados, eso si, con tener casa. Seseña es el símbolo del gigante que se viene abajo, tachonado de carteles de se vende o alquila. Columpios vacíos y locales comerciales que esperan que alguien les de vida. La fiesta de inauguración que dio Paco El Pocero fue por todo lo alto, pero pronto vino la calma. Ahora parece que las cosas no están claras por el municipio, y quienes lo anunciaron y denunciaron se frotan las manos y huelen la sangre, o las Diligencias Previas. Mientras tanto, en Fuenlabrada, José Moreno le hace la competencia a Paco y vende pisos de tres dormitorios, garaje, piscina, y aire acondicionado por 82.000 Euros. Algo tiene el Urbanismo de misterio, magia o corrupción cuando permite estas diferencias de precios sin que por ahora se caigan las paredes o los techos en Fuenlabrada. Algo tiene el Urbanismo que siempre se ambiciona como Concejalía, buque insignia de los Ayuntamientos españoles, que ningún partido con posibilidades de poder quiere dejar escapar. Y algo, de nuevo, huele mal, esta vez por los secarrales toledanos.