Editorial

Otra guerra en Afganistán

El atentado perpetrado ayer ante la embajada de la India en Kabul confirma que los talibán, acosados en campo abierto por las fuerzas multinacionales y las tropas del gobierno afgano, están optando por librar una guerra urbana cruel e indiscriminada. El número de muertos civiles alcanza proporciones extraordinarias y, en el caso del último atentado, culmina un sangriento fin de semana que ha soportado ataques de todas clases, errores de la aviación aliada que ha matado a numerosos no combatientes y severas pérdidas entre los insurgentes.

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Los talibán están dando pruebas de un vigor preocupante, confirmando los análisis de quienes sugieren que la existencia de un gran santuario pastún en el noroeste del vecino Pakistán explica en última instancia su audacia. Washington está presionando a fondo al nuevo gobierno paquistaní, empeñado en negociar con los islamistas radicales, para que se emplee a fondo contra las bandas armadas de las tribus que controlan e imponen su ley prácticamente en toda la provincia del noroeste con la sola excepción de la capital, Peshawar. Pero este marco militar y táctico encubre sin embargo otro problema grave y difícil de solventar: la debilidad del gobierno afgano, elegido libremente pero constituido según los criterios del poder tradicional de los jefes regionales, en cuya conducta priman sus respectivos intereses, siendo deudores de una tradición próxima al antiguo bandidismo social y remitiéndose al clientelismo político y económico desde una legitimidad concedida a los linajes familiares o a la autoridad religiosa.

La batalla en este contexto es desigual y muy ardua para las tropas occidentales, incluidas las españolas, enviadas allí en gran número desde la caída del régimen talibán en diciembre de 2001. Occidente, y en particular los Estados Unidos, han logrado elevar sus niveles de seguridad frente a la amenaza del terrorismo global. Pero, al mismo tiempo, el mundo asiste a la retroalimentación del terrorismo islamista y anti-occidental hoy de nuevo en auge precisamente en aquellos lugares en los que diera sus primeros pasos.