CARCELERO. Gerardo Antonio Aguilar, alias 'César', es el guerrillero al que Ingrid Betancourt calificó como «cruel y déspota». / AFP
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Una operación 'a lo israelí'

Dos ex agentes del Mossad entrenaron durante meses a los soldados que rescataron a la ex candidata presidencial, según la prensa hebrea

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«Impecable», «perfecto» y «ciento por ciento colombiana» fueron los primeros calificativos sobre la 'Operación Jaque' que permitió la liberación de Ingrid Betancourt, tres contratistas estadounidenses y once militares y policías. Sin embargo, el diario israelí 'Haaretz' afirmó ayer que hubo participación de ex agentes judíos que cobraron diez millones de dólares -algo más de seis millones de euros- por su trabajo.

El rotativo desvela la presencia en una base militar de Colombia de dos asesores «en entrenamientos de las fuerzas especiales que preparaban la operación de rescate». La información fue recogida también por un canal de televisión hebreo, que incluso llegó a entrevistar a un tal Ziv, cabecilla de un grupo de ex oficiales del Ejército y del Mossad que asesora desde hace año y medio al Gobierno de Álvaro Uribe y que podría haberse encargado de la gestión de la liberación de los secuestrados.

Colombiano o con participación extranjera, el rescate de los 'canjeables' de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia sí fue espectacular. Un éxito porque se ensayó y planificó con minuciosidad extrema, según reconocieron mandos de la cúpula militar del país suramericano. «No hubo improvisación, hubo previsión, porque una operación de éstas es bien compleja», coincidieron los generales Freddy Padilla y Mario Montoya, comandantes de las Fuerzas Militares, quienes desgranaron todos los detalles del plan de salvamento.

El operativo fue alabado también por la política que pasó más de seis años cautiva: «No hay antecedentes históricos de una operación tan perfecta como ésta en el mundo», manifestó Betancourt al recobrar la ansiada libertad.

Pasaron meses desde que el Ejército logró infiltrarse en el 'secretariado' de las FARC hasta que se pudo convencer al 'Mono Jojoy' sobre la conveniencia de unir a los quince secuestrados -entonces divididos en tres grupos- para trasladarlos ante 'Alfonso Cano', el nuevo 'número uno' de la guerrilla. «Se penetró en las estructuras de los jefes, los cabecillas que con arrogancia han cometido más crímenes. Se accedió a los que tenían a cargo a estos héroes de la patria», explicó Padilla, quien recordó que «no hubo un solo disparo, no se quemó un solo cartucho».

Planificación

Luego fueron horas y horas de planificación, ensayos en maquetas del terreno y del helicóptero. Previamente, hubo un gasto millonario en infraestructura, aviones espías, cámaras y telescopios con potentes zooms para ver sin problemas los movimientos de los campamentos.

El ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, explicó que algunos de los agentes que se disfrazaron de miembros de una supuesta organización humanitaria simpatizante de las FARC fueron preparados «como actores» de una especie de escenificación de una superproducción de Hollywood «para que practicaran todas las cosas que tenían que hacer». Los ensayos del plan fueron rigurosos. Era importante prever hasta el lugar exacto donde iban a sentarse los carceleros de los rehenes.

Disfraz

Los supuestos 'trabajadores humanitarios' aterrizaron en un helicóptero blanco. Una vez todos los rehenes a bordo, pidieron muy amablemente a los comandantes rebeldes 'César' y 'Gafas' que entregaran sus fusiles porque los directivos de la ONG no verían con buenos ojos verlos armados. Aceptaron la explicación. En menos de tres minutos habían sido reducidos y esposados.

Si la artimaña hubiera fallado, el Gobierno había preparado un plan B que consistía en crear un cordón humanitario, que hubiera puesto una especie de presión sobre los guerrilleros, diciéndoles que estaban rodeados, y tratarían de convencerlos de que entregaran a los rehenes.