Los rehenes liberados, en la base de Catam. Betancourt está junto con su madre, Yolanda Ulecio. /AFP
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La liberación de los quince secuestrados agrava la crisis de unas FARC cercadas

Los familiares de secuestrados temen que la guerrilla tome represalias Los expertos creen que los insurgentes llevarán a cabo ejecuciones entre sus filas

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El rescate de quince secuestrados deja maltrecha a las FARC, que viven el peor de sus años. Este nuevo golpe oscurece el futuro de la guerrilla y hace temer entre quienes todavía tienen familiares cautivos duras represalias de los terroristas tras haber sido burlados por la Operación Jaque, realizada mediante la estrategia del caballo de Troya y que, como en aquella epopeya histórica, ha sido uno de los mayores éxitos del Ejército colombiano, que ya adelanta el «principio del fin de la guerrilla».

Las FARC, dirigidas ahora por Alfonso Cano, no se han pronunciado todavía sobre el batacazo sufrido. Entre los analistas existe división de opiniones sobre lo que sucederá a partir de ahora.

Algunos estiman que reforzarán la vigilancia de los 26 canjeables -23 militares y 3 civiles dirigentes políticos- que todavía tienen en su poder. Y tampoco descartan que intenten otros secuestros llamativos, aunque según los servicios de inteligencia están militar y moralmente mermados. Marleny Orjuela, presidenta de la asociación de familiares de los secuestrados Asfamipaz, destacó que les «preocupan muchísimo los que quedan». Un rescate a sangre y fuego significaría la muerte para ellos», destaca la responsable de Asfamipaz.

El diario El Tiempo, que citaba a un oficial de inteligencia, recogía que se «va a endurecer la seguridad de los rehenes». «Y también vendrán -pronostica- los ajusticiamientos internos. Si allá fusilan por robarle la ración a otro, imagínese lo que les harán por haberse dejado engañar por nuestros infiltrados».

Otros expertos prevén el castigo, incluso la ejecución, de guerrilleros a causa del éxito de la incursión de las Fuerzas Armadas, una medida radical con la que pretenderían desanimar la deserción masiva de mandos medios. Sin embargo, Ingrid Betancourt, sus hijos, el canciller francés y otros observadores de la organización armada como Carlos Lozano confían en que el conflicto entre exclusivamente en los derroteros políticos. «Las FARC se tienen que abrir y ceder. Si no lo hacen, más que un error sería una estupidez», dijo Lozano.

El comandante del Ejército, el general Freddy Padilla, reconoció que la infiltración en las filas de la guerrilla comenzó hace un año, pero el debilitamiento de los últimos meses fue lo que propició el éxito de la operación.

La política de mano dura y seguridad democrática, mediante las acciones combinadas de presión militar y recompensas millonarias, han dado sus frutos.