ANÁLISIS

Año pésimo

Se puede argumentar que el año ha sido malo en general para el cine, pero no se puede ocultar que para el cine español ha sido pésimo. Tan pésimo, sí, como para certificar una profunda caída de espectadores, de taquilla y de cuota de pantalla, justo cuando lo que se proponía como solución era el reforzamiento de un sistema autárquico que no ha tenido ningún éxito.

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A saber, ni la cuota obligatoria de pantalla o la inversión del 5% de las televisiones, ni tampoco el aumento de las subvenciones o la potenciación de los llamados productores independientes han logrado detener la caída de 2,7 puntos en la cuota general de nuestro cine, situándola en un exiguo 12,72%. Incluso, más allá de las nuevas desgravaciones para la inversión en producción, la nueva Ley de Cine no hace sino consagrar un sistema completamente ineficiente y obsoleto. Malos datos y malas perspectivas, pues, para un cine que pide a gritos estructura industrial, subvenciones mejor orientadas, una producción más selectiva y unos criterios de fomento menos políticos y más empresariales.