YA CASADOS. La pareja salió poco antes de las tres de la tarde de la iglesia de Santo Domingo. Era su primer paseo como casados. / TAMARA SÁNCHEZ
Sociedad

El sí quiero de Rosario y 'El Juli'

Más de 2.000 personas arroparon al torero y a su novia jerezana el día de su boda Numerosos rostros conocidos en una cita que colapsó la Alameda Cristina y sus aledaños

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Jerez se volcó ayer con la boda de Rosario Domecq y Julián López El Juli. Más de 2.000 personas colapsaron durante varias horas las inmediaciones de la iglesia de Santo Domingo, lugar elegido para el enlace, sobre todo Alameda Cristina y el tramo final de la calle Larga, los cuales tuvieron incluso que ser cortados parcialmente al tráfico.

La ceremonia estaba fijada para las 13.30 horas, aunque desde tres horas antes eran muchos los que se agolpaban ya contra las vallas de seguridad dispuestas en los accesos al templo y en el recorrido hasta el casi anexo Palacio Domecq, donde iba a tener lugar el banquete posterior.

Los primeros invitados comenzaron a llegar pasadas las doce y media. Eran alrededor de 500, entre los que, como era de esperar, había numerosos rostros conocidos. Especialmente aclamados por el público fueron los más televisivos, los toreros. Así, se vio, entre otros, a Finito de Córdoba junto a su mujer Arancha del Sol, Enrique Ponce, Juan Bautista, Raúl Engracia, Curro Vázquez, Óscar Puerto, Antonio Barrera, El Fandi y Javier Conde con su esposa Estrella Morente.

Pero no fueron las únicas caras populares. También se vio al periodista taurino Manolo Molés, al ex alcalde de Madrid José María Álvarez del Manzano, a Alejandra Osborne, al ganadero (Torrealta) Borja Prado, al rejoneador Fermín Bohórquez y al guitarrista Moraíto, entre otros muchos.

El Juli llegó con su madre cogida al brazo, a las 13.23 horas. Vestía un chaqué de corte clásico, confeccionado por la sastrería madrileña Langa.

Rosario Domecq fue puntual y arribó a las 13.30. Su llegada fue de lo más espectacular, en una carretela del siglo XIX fabricada por Million Giet. Su traje era del diseñador español Miguel Palacio. Era un vestido de Duchesse de seda color blanco roto con una falda de mucho volumen y un volante drapeado en el bajo. El cinturón de pasamanería realzaba la cintura, de la cual salía una gran lazada que subía por la espalda y llegaba hasta el hombro. Iba adornada con una diadema antigua de brillantes y perlas perteneciente a su abuela paterna, Paloma Urquijo, viuda de Domecq, acompañada de velo de tul en el mismo tono del traje.

El ramo de la novia estaba confeccionado con astilbe, astrantia y lirios, regalo de Francis Yanes, de la firma Flower Room. Los zapatos, por su parte, eran obra de la diseñadora Rocío Mozo, novia de Ignacio López Escobar, hermano del novio, en blanco roto con lazo pequeño en el costado.

Las niñas que acompañaban a la novia iban vestidas por Paloma Domecq Urquijo, tía de la novia. Por su parte, la madre de Rosario Domecq, Rosario Márquez Amilibia, llevaba un vestido color berenjena y de complementos diseñado por Elena Benaroch. Y la hermana del novio, Manuela López Escobar, vestía un traje de Ladrón de Guevara y zapatos de Rocío Mozo.

La ceremonia comenzó apenas diez minutos después de la una y media. Ejercieron de padrinos Pedro Domecq, padre de la novia, y Manuela Escobar, madre del novio. Y de testigos, diferentes amigos y familiares de los contrayentes.

El oficio corrió a cargo del padre Alexis González, párroco de la propia iglesia de Santo Domingo. La ceremonia duró casi una hora y contó con la actuación d ela Coral de la Capilla Cardenalicia de Jerez, dirigida por su director, Ángel Orta, que interpretó obras de Handel, Mozart y Bach.

Después llegó el turno del banquete, que se celebró en el Palacio Domecq, situado a escasos 50 metros de la iglesia de Santo Domingo. El menú constó de crema de verdura escalibada, arroz con langostinos de Sanlúcar, pechuga de codorniz al aroma de foie y trufas de otoño y milojas de tres chocolates con tulipa de oloroso. Todo ello regado con los siguientes vinos: Terry Fino, Terry Oloroso, Bristol Cream, Palacio de la Vega, Marqués de Arienzo Reserva y Viña 25.

Tras el banquete, hubo música y baile, además de la actuación del grupo flamenco Los Alpresa. Pero no fue el punto y final, que llegó mucho más tarde, tras una velada que se alargó hasta bien entrada la noche.