Fotografía de archivo de José Durá, armador del pesquero alicantino Nuestra Madre de Loreto, que rescató a 25 personas y un cadáver de una patera a la deriva a 90 millas frente a Libia. /EFE
tras la autorización de libia

Los 25 inmigrantes rescatados desembarcan en Libia entre lágrimas

El patrón del barco dice que van a estar "peor" en Libia de lo que lo han estado los últimos tres días en alta mar

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Sin apartar la vista del pesquero, entre lágrimas y preguntando con la mirada a la tripulación "¿dónde nos habéis traído?", desembarcaban esta madrugada en Trípoli los 25 inmigrantes rescatados el miércoles por el barco Nuestra Señora de Loreto a 90 millas de Libia, ha explicado hoy el patrón José Luis Sestayo.

El marinero dejaba entrever una preocupación: "Los chavales", todos ellos "muy educados", van a estar "peor" en Libia de lo que lo han estado los últimos tres días en el pesquero alicantino, donde han compartido los 27 metros de eslora del barco y las provisiones con sus catorce tripulantes.

Desde la noche del miércoles, cuando la patera en la que viajaban se encontró con el pesquero a 90 millas frente a las costas de Libia, los inmigrantes, de entre 18 y 25 años (de los cuales falleció), "se reían, hablaban como podían con los marineros sobre fútbol y miraban una revista que teníamos. Estaban contentos porque pensaban que iban para Italia o España", comenta el patrón.

La comunicación era difícil, por señas y unas pocas palabras en inglés, pero la mayoría -señala Sestayo- tenía la ilusión de que eran llevados hacia uno de estos dos países hasta poco antes del desembarco en Libia, y recibieron con tristeza la noticia.

"¿Dónde nos trajisteis?"

De madrugada, cuando el pesquero llegó a Trípoli, las autoridades libias ya los estaban esperando a la entrada del puerto, y un grupo de funcionarios subió a bordo, agrupó a los inmigrantes en cubierta y allí les hizo preguntas durante diez minutos hasta que se los llevaron a tierra, relata Sestayo. Ya en el puerto, los inmigrantes estuvieron sentados en el muelle durante 40 minutos y después llegaron varios coches que se los llevaron.

El patrón de pesca recordaba esta mañana que los jóvenes "miraban todo el rato al barco", que muchos estuvieron esos 40 minutos en tierra llorando, que otros se resistieron a ser llevados a los coches, y que parecía que con la mirada les preguntaban: "¿dónde nos trajisteis?".

"No es buena cosa" lo que les pueda pasar ahora, ha afirmado Sestayo, quien ha reconociado que él mismo no está "contento de estar" en Libia y quiere irse del puerto de Trípoli "cuanto antes", en cuanto repongan todas las provisiones y el combustible.

El patrón, que volverá junto al resto de sus tripulantes a la campaña de pesca de quisquilla en cuanto puedan abandonar el puerto, sabe que cada vez que comience una nueva campaña podrán encontrarse con problemas como éste, sobre todo cuando "la calma y los anticiclones" favorecen el buen tiempo, pero contesta con resignación: "¡qué le vamos a hacer! No se les puede dejar morir".