El submarino U-137 a 15 kilómetros de la base militar de Karlskrona, en 1981
El submarino U-137 a 15 kilómetros de la base militar de Karlskrona, en 1981 - ABC

«¡Qué vienen los rusos!»: los fantasmas del U-137 regresan a Suecia

En 1981 otro submarino ruso fue descubierto en las costas suecas con una carga de uranio similar a la que provocó la destrucción de Hiroshima

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Los habitantes de la tranquila costa sueca del Mar Báltico deben sentirse estos días como los protagonistas de «¡Qué vienen los rusos!», la comedia bélica del director Norman Jewison que, en 1966, reflejaba el pánico de los vecinos de un pequeño pueblo de Nueva Inglaterra, en cuyo litoral acababa de encallar accidentalmente un submarino soviético de terrorífico nombre: «Calamar». Aunque el miedo a la invasión reflejado en la película sea inconcebible en Suecia actualmente, lo cierto es que desde Estocolmo han desplegado un espectacular dispositivo para encontrar el rastro de otro submarino ruso (esta vez real) supuestamente avistado en sus aguas.

No se veía una operación de este calibre en Suecia –con más de 200 hombres, barcos, dragaminas y helicópteros para patrullar un área de 50 kilómetros– desde los tiempos de la Guerra Fría, cuando no era tan raro que se avistaran submarinos espías de la URSS en las costas suecas (y de otras partes del mundo). Y hoy, como entonces, misterio y más misterio rodeándolo todo: testigos anónimos, la alerta de un hombre que asegura haber visto en el agua un «objeto fabricado por el hombre», mensajes cifrados desde la base de Kaliningrado, el desalojo de varias islas, el desmentido de Moscú echándole las culpas a Holanda y éste, a su vez, negándolo… No cabe duda de que se han despertado los fantasmas del pasado.

Uno de los episodios más críticos que se recuerdan de estas características lo sufrió también Suecia, en 1981, cuando el submarino nuclear soviético U-137 fue detectado frente a la costa de Karlskrona. Tal fue la crisis diplomática que ocasionó, que ABC lo calificó como «el incidente más grave desde la Segunda Guerra Mundial». Los sucesivos titulares que publicó este periódico durante aquellos días fueron el reflejo de la tensión creciente generada: «Detectado un submarino soviético en aguas suecas», «Alarma en la Europa nórdica por el espionaje soviético», «Suecia denuncia la violación de sus aguas», «Moscú no explica la presencia del submarino», «Estocolmo considera insuficientes las disculpas soviéticas», «Se interroga al comandante del submarino», «Se considera la posibilidad de un rearme militar en Suecia» o «El submarino descubierto llevaba armas atómicas».

La neutralidad sueca

La primera información saltó a los periódicos el 30 de octubre de 1981, cuando dos barcos de pesca avistaron el sumergible espía, tan solo unas horas después de que se hubiera encallado junto a la importante base militar de Karlskrona. Suecia, decía ABC, sufría «un zarpazo a su estatus de neutralidad» con la presencia de más de cincuenta soldados y oficiales de la URSS a bordo del U-137, el cual había pasado inadvertido para los servicios de control del Ejército.

Pronto se apuntaron las graves consecuencias que podían derivarse de este incidente para el norte de Europa, en particular, y el mundo en general, en una época donde el equilibrio político se encontraba continuamente amenazado por el enfrentamiento entre la Unión Soviética y Estados Unidos.

«Esta violación deliberada y grave de la soberanía sueca resulta más inaceptable al haber sido provocada por un sumergible dotado, muy probablemente, de armas nucleares», declaraba diez días después Thorbjorn Fälldin. El primer ministro sueco aseguraba que, según los expertos militares, el submarino llevaba uranio 238 a bordo. Una afirmación en la que no debía estar muy desencaminado si se tenía en cuenta la actitud ambigua de Moscú ante la petición de las autoridades de Estocolmo para realizar un peritaje detallado del armamento que llevaba a bordo.

Moscú pierde su credibilidad

El Gobierno sueco se encontraba continuamente en alarma. El último incidente de similares características se había producido un año antes, cuando otro submarino no identificado ya había movilizado durante dos semanas a la Marina sueca. La persecución duró varios días, aunque más tarde se rumoreó que podría haberse tratado de un barco polaco a la deriva.

Los días pasaban y el percance seguía rodeado de la más absoluta oscuridad. La tensión iba en aumento. Moscú pedía unas tibias disculpas que Suecia consideró insuficientes, puesto que no permitía a sus expertos la inspección del navío. El comandante alegaba estar «deprimido» y se negaba a abandonar el aparato y declarar.

«El Gobierno de Moscu parece que ha perdido, de la noche a la mañana, toda credibilidad que había estado labrando, paso a paso, para convencer a los nórdicos sobre la conveniencia de crear una zona desnuclearizada que incluyera a Noruega, Suecia, Finlandia y Dinamarca», contaba ABC, que informaba también de la posibilidad de que los suecos iniciaran un rearme militar.

El fantasma de Hiroshima

Cuando finalmente se permitió acceder al U-137, la conmoción fue generalizada en Suecia y Europa. «De haberse tratado de un libro de ciencia ficción, el último capítulo del episodio del submarino soviético apresado por los suecos hubiera podido ser calificado de perfecto. No obstantes, no se trata de una novela, sino de una trágica realidad. Los kilos de uranio detectados a bordo de aquel submarino soviético, que hoy ha sido liberado, son capaces de causar una explosión atómica semejante a la producida en Hiroshima en 1945», informaba ABC.

Aquella fue la violación más grave de las fronteras que se había producido en Suecia desde el final de la Segunda Guerra Mundial, pero se presentaba ahora mucho peor de lo que había parecido al principio. El 7 de noviembre se dejaba marchar al submarino, pero la tranquilidad de los suecos no llegó del todo al conocerse que, en el mar Báltico, existían otros setenta submarinos más con armas atómicas, una cifra muy superior a los seis que estimaban los expertos.

Hoy la Guerra Fría ha acabado, aunque algunos episodios como el del supuesto submarino avistado en las costas de Suecia el pasado sábado se esfuercen por demostrarnos que no.

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